-El 28 de abril, elecciones generales... ¿Qué supone para IU?

-Para nosotros no era el momento de que hubiera un adelanto electoral. Había una agenda social que poner en marcha para resolver los problemas realmente importantes. Esa agenda se plasmaba en gran parte en los presupuestos que no han salido adelante, con un programa progresista que configurara un proyecto de país frente a una derecha involutiva y frente a otros partidos constitucionalistas que no dudan en pactar con esa derecha cuando hay que abordar reformas fiscales. Frente a eso tenía que haber una izquierda firme y coherente, con un programa sólido para dar respuesta precisamente a esos problemas de los ciudadanos, en una sociedad plural, que dé respuesta a los problemas de los trabajadores, que sea feminista y tenga una marcada agenda social. Es en lo que trabaja Izquierda Unida, en medio de una clara ofensiva para frenar a la izquierda. Nosotros queremos ser esa referencia.

-Las elecciones llegan en pleno debate de patrias y banderas y sin cerrar la confluencia. ¿Esto obliga a acelerar los contactos?

-Esta convocatoria electoral nos tiene que obligar a todos a hacer una reflexión ágil y solvente. El debate de las banderas es un debate absolutamente interesado propiciado por una derecha que quiere tapar así sus problemas de corrupción y sus ganas de implantar una agenda contraria a un efectivo programa social. Hay que ser muy consciente de la dimensión del momento, por lo que es muy importante y necesaria una candidatura unitaria de izquierdas y poner sobre la mesa el contenido de un programa para un electorado plural y diverso de izquierdas. Precisamente por ahí van todas las propuestas que hacemos a Podemos. La última hace solo dos días.

-Qué opina de que haya dos elecciones en tan solo un mes? ¿Cambia mucho su estrategia?

-No. Trabajamos en todos los ámbitos de la misma forma y con la misma estrategia, con democracia interna y tratando de construir. Estamos manteniendo esa posición, construir desde lo local y en lo autonómico y abrir espacios de consenso. El 23 de febrero nos reuniremos a nivel federal para analizar la situación. La estrategia es la misma. Queremos ser la referencia nítida de la izquierda y que se recupere la unidad de la izquierda en un momento en el que se sitúa el centro político en la derecha. Hay que pensar en la gente. Es clave.

-¿IU entrará en ese debate de banderas, que parece que tapará el social al que usted aludía?

-Hay que hacer una llamada a la responsabilidad. No compartimos que fuera el momento oportuno ni que se planteen estas campañas como un problema de banderas, sino de derechos, si bien es cierto que el modelo de estado está mal resuelto. Queremos situar el debate en lo social, en la necesidad de unos buenos servicios públicos, en las reformas laborales fundamentales, mejorar el estatuto de los trabajadores, dar salidas justas de una crisis que siguen pagando los que no la crearon, que apechugen los responsables verdaderos. En este país siguen pagando menos impuestos las empresas que los trabajadores. Se está dando una mala salida a la crisis. Queremos hablar de la precariedad laboral, de la violencia machista, del patriarcado...

-En el Congreso parece que ha ha habido más entendimiento entre PSOE y las confluencias de izquierdas que en Aragón y Zaragoza. ¿Qué pasará tras la doble cita electoral?

-Sánchez situó el eje izquierda-derecha en el debate preelectoral, no sé si lo hizo para ver si Ciudadanos se situaba en el centro. Pero ese eje ha existido siempre así. No comparto que en Aragón no se hayan implementado medidas de progreso, porque han salido adelante muchas, si bien es cierto que el PSOE ha decidido pactar con la derecha en materia fiscal. Lo hemos visto con el acuerdo de Sucesiones en las Cortes y con el de plusvalías en el Ayuntamiento de Zaragoza. Esos giros no encajan bien en el debate ideológico necesario.

-Por primera vez, hay una derecha fragmentada, aunque a diferencia de la izquierda, lejos de restarle, todo apunta a que suman más. Se ha visto en Andalucía, donde perdieron las elecciones pero sin embargo sumaron más que una izquierda que, si hubiera movilizado a su electorado, habría podido superarla. ¿Es precisamente la desmovilización el mayor desafío al que se enfrenta la izquierda?

-Igual que estamos viendo que las derechas son plurales y diversas, la izquierda también lo es. Necesitamos transmitir un mensaje claro de unidad, no distraernos en debates que no conducen a nada. La gente necesita saber que lo que moviliza representa a lo que vota. En Andalucía se hizo un gran trabajo, pero la indefinición y la falta de referencias claras provocó una desmovilización que pasó factura a la izquierda. En un momento en el que la agenda está basada en ficciones para ocultar los problemas reales, es más necesario que nunca recuperar esa agenda social. Los medios también deberían saber si conviene amplificar precisamente esas ficciones y alimentar ese debate irracional que solo provoca exaltaciones y confrontación, que solo beneficia a una derecha que está muy movilizada.

-¿IU se cree la necesidad de confluir más que Podemos?

-Nosotros nos la creemos mucho. Los demás espero que también.

-Sin embargo, el anuncio que realizó Podemos hace unos días de que había alcanzado un acuerdo con Equo a la espera de que ustedes se sumen no gustó en su formación. Públicamente se mostraron sorprendidos y reprendieron la forma de tomar esa decisión...

-Expresamos nuestra sorpresa porque realmente nos sorprendió. Porque confluir significa, precisamente, «ir con». Y en eso estamos en IU. Sin publicidades, sin titulares y sin anuncios. Trabajando calladamente y haciendo propuestas constructivas sobre programas y huyendo de los personalismos.

-Hace solo cuatro años, Podemos decía que IU era la izquierda antigua, e incluso Pablo Echenique y su grupo se opusieron a que ustedes formaran grupo parlamentario propio en las Cortes, rompiendo una larga tradición parlamentaria. Parece que hoy queda muy lejos todo aquello. ¿Se cree realmente que Podemos tiene también ese espíritu constructivo o pretende fagocitarlos?

-Hay a veces una obsesión por construir el relato para ver quién tiene más irresponsabilidades en determinados procesos que son difíciles. Nosotros nos movemos por el respeto al otro y por construir espacios de confluencia. En los ayuntamientos están funcionando bien, en el ámbito autonómico van un poco más lento y en lo federal estamos trabajando. Todo lo demás se aleja del debate, enrarece el debate y solo puede servir para desmovilizar. Lo que tenemos que hacer es dar respuestas reales a la gente.

-En IU, como es tradicional, también se está produciendo un profundo e intenso debate durante este proceso de confluencias y primarias. Hay un sector muy descontento por cómo se han hecho las candidaturas en Zaragoza, y quien considera que el sector del partido comunista está imponiéndose a otras corrientes igualmente destacadas dentro de IU. ¿Qué dice el coordinador autonómico?

-Salí elegido de una única lista y en Zaragoza solo se presentó una lista, se votó y se respeta el resultado. Las diferencias las debatimos y luego votamos, en un ejercicio de democracia interna que siempre ha tenido IU.

-¿Qué opina de la irrupción de Vox?

-Vox es el exponente de un fracaso de la sociedad, no solo en España, sino en toda Europa. La gente no ha visto objetivamente mejoras. No las vio en 2015 ni las ve claras ahora, porque hay un modelo institucional, alentado por Europa, que sigue fomentando como salidas a la crisis los recortes y el austericidio. Cambiar es el objetivo, acabar con el enfado de la gente y luchar contra esa desafección tan perjudicial.