Un fabricante de quesos de Benabarre, en la Ribagorza, ha diseñado un curioso sistema para ayudar a su negocio y, de paso, difundir el conocimiento del mundo rural entre los niños. La idea consiste en que los más pequeños elijan un nombre para cualquiera de las cabritillas de su quesería, las futuras productoras de leche.

El nombre se imprime en un collar que se pone en el cuello del animal y luego el niño o la niña que lo apadrinan se hace una foto con él que se cuelga en Facebook. "La verdad es que está siendo un éxito", explica Juan José Baró, que junto con Pili Marqués, regenta la Granja de la Fondaña. "Desde que pusimos en marcha esta idea en enero ya han sido apadrinadas 70 cabras y cada vez hay más gente que se interesa", añade.

Juanjo reconoce que se trata de una iniciativa comercial. Pero, al mismo tiempo, subraya que está haciendo de "mediador entre la gente que vive en las ciudades y la del campo". De hecho, las familias que visitan la quesería de Benabarre realizan una visita a las instalaciones y ven todo el proceso de elaboración artesanal del queso, así como las condiciones de vida de las 600 cabras de la explotación.

Lazo sentimental

Además, las cabritillas se habitúan al nombre con el que han sido bautizadas y se crea un lazo sentimental entre ellas y su padrino. "Nos decidimos a dar este paso porque casi todos los visitantes nos preguntaban si los animales tenían nombre", señala el responsable de Granja de la Fondaña.

El apadrinamiento es gratuito y consiste en ponerle a la cabritilla un collar con el nombre elegido por su padrino. Diana, Alejandra, Isabel o Rocío son algunos de los nombres que se han puesto ya. Solo se pone nombre a las cabritillas porque son las que se quedarán en la granja como futuras productoras de leche.