Un aparatoso incendio en el garaje de los números 11 y 13 de la calle Universidad, en el barrio zaragozano de La Magdalena, quemó tres coches y una motocicleta de los vecinos y obligó a atender a uno de ellos por inhalación de humo, afortunadamente de carácter leve. Las consecuencias finalmente no fueron demasiado graves pero la extinción fue muy complicada, según explicaba según explicaba el jefe del operativo de bomberos, el sargento José Cartiel. Y es que el fuego se produjo en la zona más complicada posible, en el piso más bajo (el cuarto sótano) y además en la parte más alejada de la entrada.

Los bomberos, tras más de tres horas de extinción y evacuación de humos, pudieron centrar el origen del fuego en una plaza donde había aparcados uno coche y una moto, pero no tenían certeza de la causa. No hay indicios de que fuese intencionado (pudo deberse a un fallo eléctrico, por ejemplo), pero será algo que deberá determinar la Policía Científica.

Lo que sí se sabe es que el fuego comenzó algo antes de las 15.34 horas, que fue el momento exacto en el que Francisco Núñez, uno de los vecinos del inmueble, dio aviso al 112, que le derivó a los bomberos. Según explicaba, iba a coger el coche -«también tengo allí la moto», lamentaba- cuando, al bajar, oyó la alarma sonando y al abrir la puerta del garaje descubrió la densa humareda.

«La verdad es que reaccioné rápido, y los bomberos llegaron enseguida», recordaba. «Mi mujer ha empezado a llamar a los timbres avisando de que había fuego», añadió.

Los bomberos, aclaró el sargento Cardiel, no llegaron a desalojar a nadie, «porque el humo no ha subido a la caja de la escalera, y es mejor que estuvieran en casa». Pero el aviso de la vecina sí hizo que muchos bajaran a la calle, por si acaso. Entre ellos Luis Morillas, que fue el atendido por inhalación al intentar ver qué había sido de su coche. «Como lo tengo cerca, he abierto para ver si lo veía, pero solo había humo negro», explicaba, aún con restos de hollín en la cara.

Daban fe otros vecinos como María José Villamor, que ante la alerta bajó en albornoz, y también se le manchó. «No se veía nada, todo humo», contaba, intentando recordar si había cerrado las ventanas.

Mientras, los alrededor de 60 bomberos del operativo hacían turnos para recibir asistencia médica antes de volver a bajar a sofocar las llamas y ventilar el humo acumulado, ya que las condiciones de calor y visibilidad eran extenuantes, explicaba el sargento. Pasadas las 19.00 horas, seguían ventilando.