Domingo por la mañana. 10.45 horas. En la plaza del Pilar se escucha desde los altavoces "Probando micrófonos", "sí, sí. 1, 2, 3, 4". En la puerta del Ayuntamiento de Zaragoza están los ordenanzas vestidos con sus mejores trajes. A las 11 en punto salen los concejales del PP con sus bandas rojas en representación del consistorio y desafiando los intentones fallidos de Zaragoza en Común (ZeC) de que esta escena no se produzca nunca si se trata de un acto religioso, como era el caso. Pero en el PP son de costumbres.

La basílica del Pilar acogió ayer la misa del Corpus Christi. Los concejales del PP recorrieron la plaza del Pilar entre aplausos y críticas. El Movimiento Hacia un Estado Laico (MHUEL), como ya es costumbre, desplegó sus carteles en contra de todo lo que tiene relación con la Iglesia durante la procesión de la eucaristía. Aunque no suele ser habitual porque sus protestas son silenciosas, alguien gritó: "Fuera, fuera" a los populares. Inmediatamente, un grupo de personas comenzó a aplaudirles.

El popular Pedro Navarro escribió en su cuenta de Twitter al respecto: "Un año más los intolerantes la han liado, pero no contaban con la reacción de Zaragoza. Espectacular ovación".

En la red social del pajarito también hubo tuits para la crítica, como José Manuel Alonso (IU), que crítico la presencia de los populares. "Y una vez más en Zaragoza, el poder civil se supedita al poder religioso. ¡Vergüenza!".

Durante la misa, que duró más de una hora, todo se desarrolló en calma. Se notaron algunas ausencias, como la de los representantes del PSOE, fijos en esta cita junto al anterior alcalde, Juan Alberto Belloch. El año pasado ya decidieron tomarse el día libre. Tampoco acudió nadie de Ciudadanos (C's). Ni de Chunta, aunque fuera para protestar por la presencia de los populares como sucedió en la misa de San Valero del año pasado, a un mes de las elecciones autonómicas y municipales. Así que el PP fue el único que representó a la ciudad.

Entre todos aquellos que paseaban ayer por el corazón de la ciudad había sorpresa y apuestas. Los turistas no entendían qué estaba pasando. "¿Quiénes serán estos de las bandas?", se preguntaba una mujer. Un matrimonio hablaba del regidor. Ella decía que cómo no iba a estar Pedro Santisteve si era el alcalde. Y su marido le respondía que era de Podemos. "Da igual, tiene que venir", le decía ella. "Que no", le respondía él.

La celebración de la misa de ayer, además de acoger a muchos niños y niñas vestidos de comunión, fue la constatación de que algo ha cambiado. Al poco de llegar ZeC al Gobierno municipal trató por activa y por pasiva prohibir que los 31 concejales municipales pudieran asistir a actos religiosos en representación de la corporación, es decir, con la banda roja que alguno que otro utilizó en su día para atársela a la cabeza, como si de un guerrero se tratase. Su propuesta originó un revuelo en el consistorio que duró varios días y, al final, acabó en una declaración de intenciones. Sin embargo, de 31 concejales tan solo fueron 5.

Al margen de la crítica política, el altar mayor de la basílica estuvo completo. Tanto, que muchos tuvieron que seguir la misa de pie durante más de una hora. Mientras, los miembros de la Cofradía Eucaristía se preparaban para salir en procesión acompañando a los pequeños que este año han tomado la primera comunión. La mayoría de ellos volvía a lucir traje por segunda vez. Toda una suerte para ellas y un estorbo para ellos. Igual que el viento caprichoso que despeinó a más de una.