En el Parque Nacional de Ordesa, la conservación del enclave natural está íntimamente ligada al desarrollo socioeconómico sostenible de su entorno inmediato, formado por localidades pirenaicas como Torla, Fanlo y Broto. "No hay que olvidar que Ordesa no es un museo al aire libre, sino un territorio vivo", subraya Alberto Contreras. En este contexto, el estricto control de la afluencia turística para evitar masificaciones perjudiciales para la flora y la fauna constituye uno de los retos más importantes a los que habrá de hacer frente la Administración autonómica aragonesa cuando, finalmente, asuma la gestión del parque. El responsable de Medio Natural cree que "es posible encontrar el equilibrio entre la conservación de la biodiversidad y el turismo de calidad". Hallar el punto preciso en que un factor no actúe en detrimento del otro será una labor delicada, pero muy necesaria. De hecho, durante los últimos años los municipios de Fanlo y Escuaín, muy próximos al perímetro del parque, han perdido población de manera alarmante. Una forma de paliar la sangría demográfica sería la apertura de un segundo acceso de visitantes en la zona de Fanlo, tal y como han solicitado los responsables de este municipio.