Nadie podrá decir que no se avisó. El ambicioso plan para depurar aguas en Aragón, puesto en marcha por el consejero de Medio Ambiente Alfredo Boné (PAR), siendo presidente Marcelino Iglesias (PSOE) y vicepresidente José Ángel Biel (PAR), fue un engendro desde el primer minuto, recibió críticas por parte de personas cualificadas y, sobre todo, fue ejecutado por un equipo que derrochaba simpatía aunque exhalaba el indudable tufo del chanchullo. ¡Ah!, pero como suele ocurrir en la Tierra Noble las advertencias y las protestas no sirvieron de nada. La cosa siguió adelante, con inauguraciones por todo lo alto (de las plantas de tratamiento de vertidos acabadas), mucha autoestima, mucha propaganda y mucha cara dura. Entonces sobraba la pasta y quienes ponían en cuestión los megaproyectos y las megatontadas eran despachados rapidamente con alusiones a su demagogia y pesimismo. ¡Cenizos!

Pues bien, ahora es indudable que el plan de depuración de agua ha sido un fracaso y una tomadura de pelo. Se han hecho muchas menos estaciones de las previstas; pero las acabadas están sobredimensionadas, su coste es disparatado, la concesión a empresas privadas parece sospechosa... Lo más gordo es que municipios altoaragoneses que debían tratar sus vertidos a la cabecera de los ríos no disponen de instalación alguna aunque pagan el canon de saneamiento. Encima podrían ser sancionados por contaminar las aguas.

Ha sido la Cámara de Cuentas el organismo que acaba de informar de manera demoledora sobre aquella monumental chapuza. Antes, Adelpa (asociación de municipios pirenaicos) o diversas organiciones y fundaciones ecologistas habían sacado cuentas e incluso definido las importantes cantidades procedentes de la Administración central y de la Unión Europea, destinadas a las depuradoras pero utilizadas para otros fines; sobre todo para financiar actividades de la famosa sociedad pública Sodemasa. Los millones se fueron por decenas a costear las redes clientelares del PAR (Biel se lo tomaba a broma, ¡je, je, je!) y, cabe suponer, a contentar a empresas amigas. Está claro que en ese periodo los votos al Partido Aragónes fueron con mucha diferencia los que más caros salieron en toda la geografía española del llamado electorado cautivo (comprado, más bien).

Ahora no salen las cuentas y el mantenimiento de las depuradoras construidas tampoco parece sostenible. Zaragoza capital, que pagó su propio saneamiento de vertidos (también a precio de oro y en medio de sucesivos escándalos) tendrá que cobrar a su vecinos una tasa extra e injustificable para tapar el agujero.

¿Saben lo mejor? .Pues que Boné y todo su equipo, al salir del departamento de Medio Ambiente, fundaron juntitos una consultora sobre asuntos medioambientales que funciona tan ricamente, vayan a saber ustedes en qué clase de actividades. Y el viernes, cuando las Cortes aprobaron investigar este tema, la diputada del PAR, María Herrero, que no es precisamente una recién llegada, apareció ante micrófonos y cámara diciendo muy seria que sí, sí, habrá que investigarlo todo. Como si el merdé fuese cosa de otros.