El crecimiento exponencial de Tierz les ha devuelto negocios que desaparecieron hace años. Es el caso de la farmacia, que reabrió hace seis años. Su responsable, Esther Azón, se ha encontrado un panorama diferente al que esperaba, pues pese a encontrarse en una zona rural la pirámide de población no cumple con el tópico esperado. «Tenemos muy poca gente mayor en el pueblo», indica.

Originaria de Épila, ha vivido en ciudades como Zaragoza y Madrid, hasta que decidió dar el salto rural. «Estoy muy a gusto viviendo aquí», dice.

La farmacia que regenta es un espacio reformado para poder dar servicio a toda la localidad. Tiene una zona con juegos infantiles para atender a esa parte fundamental de su clientela. Además, con periodicidad acude a localidades como Banastás o Chimillas para ofrecer servicio de farmacia en las horas en las que pasan consulta. «El problema de estas zonas es que no tienen médico, nosotros damos un buen servicio, pero no somos doctores», denuncia. Por ejemplo, el propio Tierz, de casi mil habitantes, solo ha tenido consulta dos días en el mes de agosto.

Por lo demás, considera que el entorno ofrece muchas oportunidades para la gente que trabaja en Huesca. Y gracias a la labor comarcal se han puesto en marcha desde asociaciones culturales a clubs de lectura. «Es muy buen sitio para instalarse con hijo», reconoce. El mayor problema que ha encontrado es la falta de tiempo para coger vacaciones, pues el servicio no se puede interrumpir.