Aragón apagó sus luces ayer durante 60 minutos. No fue por un fallo eléctrico, ni por tratar de ahorrar en su factura de luz, lo hizo de forma simbólica para sumarse a la campaña la Hora del Planeta de la World Wildlife Fund (WWF).

No es ninguna tontería. El cambio climático está en juego y con un gesto tan sencillo como el de tener las luces apagadas cuando no son necesarias se combate. No vale con comprometerse un único día al año, porque el apagón de ayer fue un gesto simbólico, una señal de alarma. La lucha es diaria y es la única manera de conseguir que vuelva a llover cuando toca, o evitar que cuando lo hace, sea de forma torrencial. Es la alternativa para que vuelva a hacer frío en los meses de invierno y que no haya varias olas de calor seguidas en un mismo verano. El cambio climático ya es una realidad y la Hora del Planta trata de concienciar de estos y otros tantos peligros.

Aragón se volcó un año más con la causa. En Zaragoza pasear por la plaza del Pilar de 20.30 a 21.30 horas daba incluso respeto. Ni rastro de luz. La basílica del Pilar apagó sus focos durante los 60 minutos de rigor, ante la sorpresa de muchos, sobre todo de aquellos que desconocían los motivos. Pero esto no es Venezuela, aquí el corte de suministro tiene un motivo solidario. El Centro de Documentación del Agua y Medio Ambiente, ubicado en el paseo Echegaray junto a la plaza Europa, tampoco alumbró a los peatones que paseaban por la zona. Como tampoco lo hizo la Aljafería, Etopia o el edificio Paraninfo. Ni rastro de luz.

El edificio Pignatelli, sede del Gobierno de Aragón, hizo lo propio «por la naturaleza» y desactivó todas sus luces.

Las instituciones bancarias también quisieron apoyar esta iniciativa, de manera que Ibercaja se sumó a este gesto mundial y mantuvo en la oscuridad su sede central de plaza Paraíso, como también hicieron en oficinas, salas de exposiciones y centros culturales de la Fundación Ibercaja.

Bantierra mantuvo apagadas las luces de sus principales edificios, como los de Coso 29 y San Voto en Zaragoza, y su sede principal de Huesca, como muestra de solidaridad con los objetivos y fines de esta campaña internacional.

El centro comercial GranCasa dejó descansar a todas sus bombillas desde las 20.30 hasta las 21.30 y se sumó a esta campaña a nivel mundial, como también hizo Puerto Venecia. Eso sí, las tiendas se mantuvieron abiertas.

En la capital turolense no iban a ser menos y también quisieron mostrar su solidaridad apagando la iluminación de la catedral, de la iglesia de San Martín y de la torre de El Salvador. En Huesca hicieron lo mismo con el edificio del Círculo Oscense.

WWT lleva 12 años realizando esta actividad. Aunque se trata de un día aislado, permite concienciar en los ciudadanos. En el 2018 lograron batir otro récord: más de 17.000 monumentos de 188 países, miles de empresas e instituciones públicas y privadas, se sumaron a la llamada del Planeta junto a millones de ciudadanos y ciudadanas. Pero luchar contra el cambio climático es una tarea complicada y requiere una implicación diaria. Además, exige un cambio en las políticas energéticas que impactan de manera directa en el calentamiento global. Ya no hay solución, pero se puede parar.