Todos los aragoneses saben desde hace tiempo que todo será distinto en su día a día cuando la pandemia del coronavirus pase, cuando las cifras de fallecidos y contagios dejen de copar titulares, pero también perciben que esa transformación ya ha llegado, y que lo ha hecho para quedarse. La comunidad, al igual que el resto del mundo, se encamina a ese día a día diferente al que todos los sectores de actividad ya se están encaminando. Mascarillas, guantes, geles y un sinfín de medidas de protección, normas de funcionamiento y restricciones se están incorporando al hábitat de todos ellos y todavía es complicado atisbar la profundidad de ese cambio. Porque urge cambiar muchas cosas para que otras, las esenciales como la salud, no lo haga.

La etapa postcovid-19 llegará a cada rincón de la cotidianeidad de los aragoneses, ya lo está haciendo y se aceptan como un acto de fe por muy contradictorias que puedan sonar las medidas. Distancias mínimas, desescalada, seroprevalencia, test PCR y rápidos... Todos los términos antes en boca solo de expertos se han incorporado al vocabulario de los ciudadanos y sus instrucciones, hasta cómo lavarse las manos, se interioriza primero y se lleva a la práctica después.

En este sentido, ahora toca llevar a la práctica lo aprendido en otro término de nuevo cuño que afecta a todos por igual: la nueva normalidad. Esa es la que llegará a las aulas, niños y el ocio infantil en todas sus modalidades; a los mayores, las residencias y su papel de cuidadores o de dependientes; la ciencia y la investigación en espacios a los que introducir distancias mínimas e implementar la seguridad; la atención sanitaria más esencial, desde la consulta del centro de salud hasta la intervención quirúrgica; o el ocio, la restauración y la cultura de compras en comercios que ahora claman por un regreso urgente; o el deporte, los espectáculos en la calle y en salas que ahora limitarán el aforo por precaución. Y hasta la movilidad, de alta capacidad y de desplazamientos individuales.

Para todos ellos el reto es el mismo, hacer una cotidianeidad más segura a la que ya se encaminan y que EL PERIÓDICO quiere analizar en boca de expertos que ya atisban o se atreven a aventurar cómo será esa nueva normalidad, la suya y la de todos.