El 8 de octubre, un día después de que den comienzo las fiestas del Pilar, PSOE y Podemos, cada cual por su lado, renovarán sus liderazgos en Aragón. Mientras la cuestión catalana nos vuelve locos, nos desquicia y nos mantiene sumergidos en un océano de inconsecuencias y ficciones, lo que pueda pasar aquí, en la Tierra Noble, no parece interesar gran cosa ni a los propios ni, mucho menos, a los ajenos. Estamos en punto muerto. La afanosa pelea entre Lambán, el oficialista que perdió su oficio, y Dueso, la crítica reinventada, apenas interesa a una ciudadanía que no entiende casi nada, no está al tanto y lleva años instalada en el país de Babia. Y aunque pudiese resultar contradictorio, lo mismo ocurre con la sustitución de Echenique, que se va sin haber estado jamás, y deja tras de sí un estupendo barullo porque las diferentes sectas alternativas se van quedando solas, cociéndose en sus propias (y diferentes salsas). En un terreno de juego y en el otro (presunta socialdemocracia o supuesta nueva izquierda) pasará lo que tenga que pasar, y al día siguiente todo seguirá igual, o muy parecido.

¿Por qué las izquierdas no han sido capaces de alcanzar rápidos y lógicos acuerdos como el que acaban de suscribir en el Ayuntamiento de Zaragoza respecto del IBI? ¿Antes no y ahora sí? ¿De verdad ha sido preciso invertir dos años en aprender a negociar asuntos tan básicos?

Ahí radica la cuestión. Ahí, y en la absoluta decadencia de los liderazgos socialistas (salvo en casos específicos) y la insoportable levedad de las ofertas podemistas y de las otras organizaciones de carácter alternativo (salvo excepciones). Chunta, desdibujada y reducida al testimonialismo, no tiene mejor pinta. En cuanto a IU...

El caso es que, a pesar de todo, a la derecha le cuesta mucho llenar los espacios que la otra parte deja vacíos y así ganar territorio electoral. En el PP, Beamonte empieza a parecer exageradamente discreto y Azcón, el que dicen será alcalde Zaragoza, no acaba de cogerle el punto a su papel. Se empeña en aparecer cabreado, ceñudo, borde y muy de derechas, cuando su función municipal encajaría con un perfil más amable, abierto, constructivo y moderado. Debería tomarse un almax después de cada comida. Que lo tiene a huevo... pero algo ha de poner de su parte.

El PAR es un extraño fantasma (a ratos un risueño payaso, a ratos el payaso de It), pero fantasma al fin y al cabo. Ciudadanos es una incógnita. A menudo nos olvidamos de que este partido existe y tiene una significativa presencia institucional. Sus cargos públicos ni dicen ni hacen ni actúan ni nada. No son fantasmas sino ectoplasmas. Suelen sumarse a las posturas del PP (como esas rémoras que siguen a los escualos para comer las sobras de lo que devoran los tiburones), pero nadie puede ignorar que por encima están Rivera y Arrimadas (más ella que él) ganando voluntades y votos gracias al lío de Cataluña. Entonces...¿qué necesidad hay de que los de C’s en Aragón se vuelvan locos? Quizás les baste con esperar a que la breva madure en el árbol. Ya les caerá a la mano.

Esto no resulta muy apasionante que digamos. A ver tas el 8-O.