Una de las primeras situaciones a las que tendrá que hacer frente el nuevo arzobispo de Zaragoza será al envejecimiento de la cúpula eclesiástica en la comunidad autónoma. Tanto el vicario general, Francisco Martínez, como el presidente del Cabildo, el dean Antero Ombría, superan los 75 años y la edad de muchos de los miembros de la Vicaría oscila entre los 70 y los 80. "Se abren ahora múltiples espectativas ya que en apenas un par de años muchos sacerdotes jóvenes empezarán a ocupar puestos de responsabilidad", opinaron fuentes cercanas al arzobispado.

Entre las preocupaciones de la Iglesia aragonesa se encuentran además la escasez de vocaciones (problema más acuciante que en otras provincias eclesiásticas), el proceso de secularización o la resolución del conflicto con la diócesis de Lérida con motivo de la devolución de los bienes de la franja. Latente se encuentra también el deseo de unificar las tres diócesis oscenses de Huesca, Barbastro-Monzón y Jaca, ya que ésta depende administrativamente de la Archidiócesis de Pamplona. Se prestará atención a la reforma del mapa eclesiástico que planéa la Conferencia Episcopal.