A ragón es un erial político y un espacio socioeconómico de nivel medio-bajo. Zaragoza es una gran ciudad (la única que gobierna el centro-izquierda en España) cuya modernización e indudable mejoría choca con una planificación urbanística deplorable y controlada directamente por los traficantes de suelo y ladrillo. Esto es lo que hay, y tal situación marca la pauta de los acontecimientos. No cabe desesperarse, porque tampoco vivimos tan mal, en comparación con otros territorios y países. El malditismo y el victimismo que tanto nos gustan pierden mucho gas si se buscan otras referencias. Aquí todo se ajusta al promedio español (mejorándolo un poco): el PIB, la renta, el paro, los gustos y aficiones, las manías... incluso los resultados electorales. La corrupción y la incompetencia de quienes gestionan la cosa pública, también.

Algunos lectores me han llamado la atención por lo que a su juicio es una exaltación o apoyo a las figuras del PSOE (Lambán y Belloch), a propósito de sus expectativas electorales. Pero en realidad, si advierto que el actual alcalde de Zaragoza tiene muchas posibilidades de seguir siéndolo (caso de que vuelva a presentarse), o si agrego que, en tal coyuntura, el secretario general socialista podría llegar a presidir el Gobierno aragonés, me baso en el resultado de los sondeos y en la intuición. ¿Son los dos personajes citados un dechado de virtudes y habilidades? Ya les digo que no. Pero su oferta mejora (como parece entender mucha gente) la que hacen sus antagonistas de la derecha. Tal vez aquéllos sean malos, pero éstos son peores (dicho sea con el debido respeto a todos).

Es un argumento recurrente (yo suelo utilizarlo) que Rudi es hoy una presidenta de Aragón paralizante y sin ideas como antes fue una alcaldesa en blanco. Que ahora tengamos una sentencia en firme del Supremo declarando definitivamente la ilegalidad de un acto urbanístico de cuando regía Zaragoza (el plan especial de la antigua estación de Utrillas) indica que entonces se estaba muy quieta... salvo a la hora de hacer lo que, por otro lado, han hecho todos los regidores de la Inmortal Ciudad. Además incrementó el gasto corriente de la Administración municipal. Quiero decir que, en su caso, el no hacer nada tampoco resolvió los vicios colaterales. Simplemente se dio a la inacción. Como ahora mismo.

Rudi y sus dos terminators, Oliván y Serrat están causando tales destrozos en el sector público aragonés, que casi cualquier cosa le parecerá mejor a la agobiadísima ciudadanía. Han de ahorrar, vale. Pero se las están arreglando para hacerlo destruyendo lo mejor que tenía la herencia que recibieron, mientras mantienen en pie las áreas más dudosas, los ámbitos menos transparentes. O sea...