Estados Unidos mantiene los aranceles adicionales al vino español que decidió imponer en octubre del año pasado como represalia por el conflicto de los subsidios a la compañía aeronáutica Airbus. El sector del vino lamenta esta decisión de la Administración de Donald Trump, sin embargo es un factor que no perjudica en gran medida al vino aragonés.

«Los aranceles afectan para vinos con graduación inferior a 14 grados», indica José Ignacio Gracia, secretario del consejo regulador de la Denominación de Origen del Campo de Borja. Sus ventas en el pasado año fueron de 20 millones de botellas y exportan algo más del 70% a Reino Unido, Estados Unidos, China y Alemania. «El grueso más importante de los vinos de Campo de Borja está por encima de los 14 grados, por lo que el 25% de aranceles no afecta, salvo en alguna partida pequeña de vino rosado o algún blanco -que apenas se exporta-, pero en los tintos prácticamente no tenemos ninguno afectado», aclara.

En Calatayud, se exporta más del 80% de la producción a más de 50 países de todo el mundo, como grandes mercados, entre ellos EEUU y Europa. Eestá haciendo un esfuerzo en países asiáticos y prevé abrirse a Rusia. Los vinos que se exportan a EEUU son de entre 14,5 y 15 grados, por lo tanto se quedan fuera de los parámetros definidos. «Estos aranceles no nos afectan, pero igual que al porcino o al queso francés, son unas tasas que al sector le pueden condicionar, le pueden hacer mucho daño», dice Miguel Ángel Arenas, presidente de la Denoninación de Origen de Calatayud.

«Ha habido muchas voces discordantes y protestas por parte del propio consumidor estadounidense, porque al final son los que van a sufrir esta subida de los precios, porque el que bebe vino de España lo seguirá bebiendo, pero le va a costar más dinero», explica.

En el caso de la Denominación de Somontano, con 15.750.000 botellas vendidas en el 2019, su porcentaje de exportación a Estados Unidos supone únicamente un 4,96% de las exportaciones fuera de la Unión Europea. Exporta el 20% de su producción a países como Alemania, Bélgica, Holanda, Dinamarca, China, Rusia, México y Gran Bretaña. «Solo afecta el hecho de que parte de la producción que va a EEUU se tiene que redistribuir a otros mercados», indica Óscar Torres, director de certificación del consejo regulador.

«Todo lo que sean trabas en cuanto a las ventas supone que sea más difícil la exportación, complica estar en todos los mercados, lo que nos gusta es la libre competencia y poder acceder a cualquier consumidor de cualquier parte del mundo», señala.

El presidente de la Denominación de Origen de Cariñena, Ignacio Casamitjana subraya que «de un problema político entre la Unión Europea y EEUU, el pago siempre es para el sector agroalimentario». Considera que el arancel del 25% al vino español «sin ningún tipo de rigor» no les ha perjudicado excesivamente porque no se aplica a su segmento de comercialización. «Cualquier tipo de traba al vino siempre es una carga, un problema y una preocupación para comercializar», opina. Las ventas del 2019 de Cariñena se cerraron con 41 millones de botellas, de las que el 65% se comercializó en el extranjero. La gran mayoría del mercado nacional fue a los lineales de supermercados, pero trabaja con 55 países, principalmente Alemania, Reino Unido, Rusia, Canadá y EEUU.

Blancos y rosados / Algunos productores tratan de ajustar los márgenes de los grados de las botellas, según indica Nicolás Aldea, de UAGA. Desde su punto de vista, el sector de la viña está sufriendo un daño importante. Los aranceles impuestos pueden afectar a variedades blancas y rosadas, y no tanto a los tintos. Según José Manuel Roche, secretario general de UPA Aragón, «en la comunidad, por el tipo de uva, la mayor parte de los vinos tintos están por encima de los 14 grados».