Pocas veces se escenifica tan bien las vergüenzas de la clase política que ha gestionado durante doce años el proyecto de Arcosur. Los que lo impulsaron son los que ahora critican a los que piden mantenerlo. Y quienes gobiernan son esclavos de una herencia para la que ya no hay solución buena.

El origen: un coeficiente sin precedentes

El proyecto de Arcosur arranca en el 2002 siendo alcalde de Zaragoza el conservador José Atarés. Entonces, el PP-PAR aprobó aplicar un coeficiente de ponderación --edificabilidad máxima por metro cuadrado-- que no tenía (ni tendrá en el corto y medio plazo) precedentes en la ciudad. Se fijó en el 0,87 cuando nunca había superado el 0,75. Esto se tradujo en las 21.148 viviendas previstas hasta el pasado jueves, 3.000 más de las que habrían sido. Por petición expresa de quienes veían negocio seguro.

La imposibilidad de hacer por fases una obra descomunal

Eran tantos los intereses empresariales metidos en los suelos de Arcosur, tan distintos y tan dispersos, que fue imposible llegar a un acuerdo con los propietarios de esos terrenos para planificar una urbanización escalonada en fases. Esto hoy habría permitido minimizar las afecciones y los gastos de garantizar los servicios esenciales (tales como una carretera que lleve a casa a los vecinos). Pero habría dejado fuera del negocio a las parcelas más alejadas. Por eso se tuvo que pensar en urbanizar todo a la vez.

La herencia a la que PSOE y CHA nunca llegaron a renunciar

El PP recibió muchas críticas en su día por impulsar Arcosur, del que el ahora alcalde Belloch llegó a decir que pararía cuando gobernara, en la campaña electoral del 2003. El plan había recibido el visto bueno inicial en el último pleno de legislatura. El PSOE ganó esos comicios, luego gobernó con Chunta y siendo el nacionalista Antonio Gaspar responsable de Urbanismo ratificó ese plan en el 2004, y la reparcelación en el 2007. Ya en el 2008, gobernando con el PAR, aprobó el proyecto de urbanización y en el 2009 puso la primera piedra.

De la solución a la Expo al pinchazo de la burbuja inmobiliaria

Los suelos de Arcosur fueron imprescindibles para que Zaragoza organizara la Expo del 2008. Permitieron a la Administración disponer de la superficie del meandro de Ranillas, a través de un acuerdo con Ibercaja que ponía en sus manos en torno al 15% de la superficie a ocupar en el sur de la ciudad. Pero tras esa Expo llegó el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y una devaluación constante de ese espacio que estaba llamado a ser colonizado por miles de familias an la ciudad del millón de habitantes que imaginó Belloch.

La apuesta por el nuevo barrio atrapó a unas 2.000 familias

Un ayuntamiento que impulsó el proyecto de Arcosur no puede invitar a los ciudadanos a interesarse por el nuevo barrio, y luego dejarles en un páramo. Ahora muchos pueden creer que esas 2.000 familias que creyeron en él son unos pardillos. Pero en realidad era fácil picar. ¡Iba a tener hasta campo de golf, entre otros muchos alicientes! Ahora ya viven allí pero tras estar cinco largos años condenados a soportar un doble gasto: los de su casa que nunca llegaba y los de una vivienda alternativa donde aguardar la entrega de llaves.

Ya hay vida, pero con tensión hasta el último minuto

Cinco largos años tuvieron que pasar las primeras 2.000 familias en entrar a sus casas en Arcosur. Y soportando unas cuotas muy elevadas para llegar a una entrega de llaves que se culminó con varios años de retraso. Hasta finales del 2012, cuando después de la enésima amaneza de paralización o de retraso en la ejecución de los trabajos, la presión vecinal y el ayuntamiento domaron el intento de rebelión de algunos propietarios de suelo. El problema es que su drama ahora ha desembocado en una carencia generalizada de servicios.

Los remedios de los constructores y los del consistorio

Las 1.667 viviendas más actuales se ven de otra manera si se tiene en cuenta que algunos constructores, en octubre del 2011, forzaron un relevo al frente de la junta, con la entrada en la presidencia de Manuel Asín, que defendía que harían falta 7.000 viviendas más, a repartirse entre ellos, y que las obras acabarían 18 meses más tarde. Una barbaridad en su día, finalizar los trabajos en el 2013. Lo impidió el ayuntamiento y Asín acabó dimitiendo. Pero ahora ya se le acaban de entregar 1.500. Al menos esos pisos serán para esa junta, para avalar un crédito.

Los que no pagan son los que, al principio, exigieron más y más

Lo llamativo de que la urbanización de Arcosur se pensara como un todo en el que invertir más de 200 millones de euros no es que acabara desembocando en unas cuotas mensuales elevadísimas, ni que se disparara el coste por culpa de querer 21.000 viviendas y no 18.000. Lo más curioso es que con la crisis, los primeros que ha dejado de pagar --o lo hacen con dificultades-- son los que exigieron un Arcosur a lo grande. Y los que pagan son los cooperativistas, los que se la están jugando de verdad.

Un informe favorable cargado de motivos que lo desaconsejan

El plan parcial aprobado el pasado jueves estaba acompañado de múltiples informes favorables en los que se explicaba, por ejemplo, que el colegio público exigido la junta no estará obligada a pagarlo (solo si hay disponibilidad económica). Ni se acuerda de que esta subvencione el transporte público que ya se está prestando. Y el tranvía se prevé construir a partir del 2021, porque el ritmo de crecimiento que se espera es de más 500 licencias al año, pero también apunta que en el último se dieron 31. Motivos de peso.

El movimiento vecinal como arma arrojadiza

En medio de una situación dramática, por unos suelos que no valen nada y la inexistente esperanza de que haya demanda de vivienda, el movimiento vecinal se usa con frecuencia como arma arrojadiza. Su drama lleva a adoptar decisiones difíciles, como un plan de viabilidad que reducía en mucho las pretensiones municipales con este desarrollo. Y sus necesidades sirven para no condenar a la paralización el proyecto a un año de las elecciones.

La injerencia de Serrat, en el peor momento

Las necesidades educativas de los barrios emergentes del sur para el año que viene han marcado el debate. La falta de decisión de la DGA enfrentó a los vecinos de Arcosur y Rosales. Y luego eligió la parcela más próxima a Rosales pero dependía del nuevo plan parcial. El PP municipal, atado de pies y manos. Y enrabietado porque PSOE, CHA e IU dieran el portazo a una inversión de 20 millones para construir un colegio concertado en Valdespartera.

El futuro se prevé más gris y más tenso

Se han visto innumerables ejemplos en los últimos años. Promociones inmobiliarias salvajes sumergidas en las deudas o la quiebra de los promotores y el abandono de la desocupación. Pensar que Arcosur huirá de eso es una utopía en todos los partidos políticos, incluso para los que acaban de aprobar 1.667 viviendas más, como si más de 21.000 fueran pocas. Los mismos que saben que hay suelo como para hacer 85.000 pisos más en la capital.