A José María J. B., de 42 años, viejo conocido de la Policía de Zaragoza por su presunta actividad en el tráfico de drogas al menudeo, se le da mejor el trapicheo que el tiro con arco. En la madrugada de ayer intentó acabar con un cliente al que se negaba a venderle papelinas, pero acabó la munición sin hacer ni un solo blanco.

Los vecinos de la calle Las Armas vieron alterada a las dos de la madrugada la relativa tranquilidad del sector cuando escucharon los gritos de una persona que reclamaba auxilio policial. El afectado corría por la calle perseguido por otra persona que le disparaba flechas con un arco de competición.

Afortunadamente el carcaj del agresor sólo disponía de tres saetas, que la víctima pudo esquivar a duras penas hasta que llegó una dotación policial al sector. Los agentes quedaron sorprendidos cuando una flecha, la última, cayó a sus pies al descender del coche.

Aunque el émulo de Robin Hood, muy poco aventajado y con móviles diferentes a los del arquero de Serwood, intentó ocultarse de los agentes, éstos le localizaron en un portal de la citada calle y procedieron a su detención. En el lugar encontraron tres varillas de fibra de policarbonato de unos 80 centímetros remachadas en punto y terminadas en un clavo metálico.

Tras practicar el arresto, los agentes pudieron esclarecer los hechos. La presunta víctima había acudido a la vivienda del agresor para realizar una compra de droga por valor de 30 euros, pero éste se había negado a vendérsela. Se inició una discusión que subió de tono y acabó a golpes.

El cliente, que tiene vínculos familiares con su agresor, no consiguió proveerse de droga, pero, a cambio, recibió una paliza y, además, le quitaron los 30 euros. El propio arquero le golpeó con una barra de hierro y le provocó lesiones de diversa consideración en varias partes del cuerpo que requirieron asistencia médica.

Tras la agresión, se inició una persecución y se oyó cómo el arquero gritaba al huido: "Voy a acabar contigo, por mi hija que voy a acabar contigo esta vez". Su mala puntería y la llegada de los agentes frustró tan enconado propósito.

El presunto agresor ya había sido detenido con anterioridad en diez ocasiones por diversos delitos, incluso por causar lesiones a otras personas, pero nunca de esta forma tan rústica.

La calle de Las Armas es una de las zonas habituales de venta de droga al menudeo en el Casco Viejo de Zaragoza. Un vecino recordó que los residentes "estamos acostumbrados aquí a ver los sucesos más extraños, pero nunca habíamos visto una agresión de este tipo. Todos los días se aprende algo".