La quema vandálica de contenedores no da tregua en Zaragoza, con vaivenes en las cifras que, este año, amenazan con ser las peores del último lustro. Hasta la semana pasada -el jueves, 8 de agosto, concretamente- habían ardido 117 en la capital aragonesa, y de mantenerse el ritmo se superarían los 179 del 2015, y con ello los 135.000 euros de coste para las arcas públicas, sin contar otros daños como al arbolado o al mobiliario urbano, ni otros que han de soportar los particulares o sus seguros, como los coches que habitualmente se ven afectados por estar aparcados en los aledaños de los depósitos.

La cifra de contenedores quemados varía enormemente de año a año, y no parece haber un patrón particular, ni en cuanto a zonas ni en cuanto a fechas, más allá de casos particulares como el del presunto pirómano del Arrabal, que actuaba siempre en las misma zona hasta que fue capturado en el 2017.

Así, en el 2012 se quemaron 228 contenedores, que bajaron casi a la mitad, 121, al año siguiente. Sin embargo, en el 2014 se registró la cifra más alta en años, 257, solo superada por los 385 del 2010. Desde entonces habían ido a la baja (179 en el 2015, 156 en el 2016 y 144 en el 2017), hasta que el año pasado volvió a repuntar este vandalismo, con 171 quemas, que este año podrían superarse si no se revierte la tendencia actual.

RESIDUOS / Pese a que el foco principal de estos incendios suele estar en los contenedores de papel y cartón, pues lógicamente contienen el material que prende con mayor facilidad, no son los que más se han visto afectados este año. Concretamente han sido 32, superados por los 43 de residuos sólidos urbanos (la basura convencional) y seguidos por los 26 de plásticos y envases y los 16 de vidrio.

Con estas cifras, los daños hasta el momento, exclusivamente en retirada de los afectados, limpieza y reposición, han ascendido a 89.405 euros, que se suman a los 128.026 que supusieron el año pasado. Una cifra que podría verse incrementada a finales de este año.

El coste no es despreciable, menos aún si se mira con perspectiva. Desde el 2009, los cerca de 2.500 contenedores quemados en Zaragoza han supuesto un gasto cercano a los 2.000.000 de euros.

DIFÍCIL SOLUCIÓN / Desde que el problema de los contenedores se popularizó, se han propuesto diferentes soluciones, la mayoría poco viables por un motivo u otro. Se apuntó la posibilidad de volver a los antiguos contenedores de metal, pero esto generaría un considerable nivel de ruido (y por tanto de molestias para los vecinos), además de que supondría una gran inversión al tener que modificar el sistema de recogida, con una flota de vehículos adaptada a los actuales modelos.

El PP ha sido especialmente insistente a la hora de instar a los Gobiernos municipales, bien del PSOE o bien de ZeC, a tomar medidas para poner coto a este vandalismo, que podrá aplicar ahora que está al frente del consistorio zaragozano. Una de las que más ha defendido es la instalación de cámaras de vigilancia, algo que no frenaría las quemas pero al menos facilitaría la alerta temprana o la identificación de los autores, a los que rara vez se detiene. Otra cosa es que el coste de este despliegue de vigilancia sea prohibitivo, sin entrar en sus repercusiones legales por la invasión de la intimidad de los vecinos.

Otras soluciones alternativas pasan por el soterramiento de los depósitos que, si bien no evitan la acción de un pirómano, cuanto menos minimizan los daños en el resto de la batería y en los alrededores. Pero además de costosa, es una solución que no se puede aplicar en todos los puntos y requeriría, también, una adaptación de la flota de vehículos de recogida.

El remedio a largo plazo pasa sin duda por la educación y la concienciación ciudadana sobre los daños del vandalismo para la sociedad. Pero, dejando a un lado lo utópica que pueda ser esta vía, desde luego no llegará a tiempo de evitar el continuo dispendio para las arcas públicas que supone.