El despacho de Arturo Aliaga da una idea del mosaico de temas que maneja en su día a día. Es un espacio amplio, pero en cada rincón hay carpetas de asuntos que van desde la minería y las renovables hasta el turismo, pasando por la situación de las empresas. El consejero de Industria recibe a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN después de participar en la bilateral entre la DGA y el Ayuntamiento de Zaragoza. Se le nota cansado tras un día largo, lo que no le impide recordar cifras, fechas y la agenda que le espera en los próximos días. Business (en inglés, negocios) es una de las palabras que más repite durante una entrevista en la que aborda, entre otras cuestiones, el cierre de la térmica de Andorra, el coronavirus o la marcha del cuatripartito.

—El fin de la minería está en el primer plano de la actualidad aragonesa. ¿Es el principal problema que tiene la comunidad?

—No, en absoluto. Tiene importancia porque va a provocar un desajuste que nos va a costar corregir. Hemos trabajado antes en zonas como en la comarca minera cuando se cerró la central de Escucha. Los que no sufrieron fueron los trabajadores, pero sí el comercio y la actividad de la zona. En Escatrón pasó algo parecido. Me extraña que en la última manifestación en Zaragoza hubiera tan poca gente.

—¿Cambiaría el criterio de concesión de ayudas si tuviera que volver atrás?

—El Tribunal de Cuentas dijo que no han cumplido las expectativas, pero la voluntad siempre ha sido llevar empleo a la zona. Sí, hay polígonos industriales que están vacíos, pero a ver quién le explica al alcalde de un pueblo que su gente tiene que ir a trabajar fuera. Nos habremos equivocado en algo, pero se ha hecho todo lo que hemos podido y con transparencia.

—¿Se recuperará el empleo que se va a perder en la comarca?

—Los proyectos del Miner crearán 223 empleos y tenemos otros que no pueden cuajar en un mes porque estamos esperando una nueva convocatoria. Pese a ello, creo que Andorra está en mejores condiciones hoy para recuperar el empleo perdido que las cuencas mineras en su día.

—¿Confía en los planes de la vicepresidenta Teresa Ribera?

—Creo que habrá fondos suficientes. El problema es acertar en el destino. No podemos ser adivinos para ver cómo va a ir la economía y si a una empresa de un determinado sector le irá bien o no.

—La relación entre Lambán y Ribera ha tenido altibajos. ¿Juega usted el papel de mediador?

—Yo estoy aquí para ayudar. Hablé con la ministra de todo lo posible y de cuánto nos puede corresponder de fondos de Europa, entre otros asuntos. Yo no tengo ningún problema con ella. Lo que está claro es que tirando piedras a la ministra nos tiramos piedras a nuestro propio tejado.

—¿Lo dice por el presidente?

—No, no, no, no. Lambán me pidió que diera tiempo a la ministra cuando acababa de tomar posesión. Ni voy contra el presidente ni contra la ministra. Lambán tiene el mismo interés que yo o cualquier otro consejero en resolver este problema.

—¿Cree que el proyecto de Endesa es el mejor para que se haga con los 1.050 megawatios de la térmica?

—El proyecto de Endesa tiene una particularidad que interesa a Aragón, que es el almacenamiento de energía. Hoy, el proyecto que más valor social, que más empleo, que más tecnología y que más renovables tiene es el de Endesa. Nadie ha presentado otro proyecto con esa potencia.

—Otro asunto que preocupa a las empresas son los efectos del coronavirus. ¿Cree que afectará a la economía aragonesa?

—Estoy preocupado pero no hay que crear alarma. Los test del Campeonato del Mundo que se iban a hacer en Motorland se han aplazado, el Gran Premio de MotoGP de Malasia se ha suspendido y obliga a mover las fechas de Alcañiz, y el turismo y la Semana Santa se pueden ver afectados. En el sector industrial, algunas empresas me han llamado ya porque no llegan los contenedores de China. El coronavirus me preocupa muchísimo porque va a afectar al crecimiento económico.

—¿Afectará a potenciales inversiones en Aragón?

—Como dicen los ingleses: Don’t put all the eggs in the same basket (no pongas todos los huevos en la misma cesta). Hay proyectos importantes en agroalimentación, pero también logísticos. La instalación de tres centros de datos de Amazon también ha movido algún interés por posicionarse en Aragón. Además, tenemos proyectos vinculados al porcino como Pini, BonÁrea o Grupo Jorge.

—¿No se están poniendo demasiados huevos en la cesta del porcino?

—El mundo necesita proteínas. China importa mucha carne de cerdo para abastecer a más de 1.700 millones. El porcino va a la España vaciada porque es donde tiene capacidad de llegar por las leyes ambientales para procesar purines y aprovechar las hectáreas cultivables. A estas zonas pueden llegar otras empresas proveedoras de las grandes firmas.

—Acaba de celebrarse la bilateral entre la DGA y Zaragoza y se ha desatascado la ampliación de Plaza. Parece que ha habido buena sintonía con el alcalde Jorge Azcón.

—Sí, todo se ha solucionado. Ha sido una reunión positiva, tras días de trabajo previos. Vamos a colaborar, sí. Los grandes proyectos siempre se han hecho gracias a la colaboración.

—Esto facilita una importante inversión como es el centro de devoluciones de Amazon en Plaza.

—Voy a ser sincero. Hasta que no se toma un acuerdo en el Consejo de Gobierno no se anuncian inversiones, aunque las gestione personalmente. Debo mantener esa lealtad.

—La industria preocupa a los sindicatos. Ya han pedido un pacto industrial en Aragón. ¿Se hará?

—Hay señales. La marcha de Schindler es un ejemplo, pero creo que este asunto se ha gestionado bien. Por lo demás, todas las empresas tienen cartera de pedidos y negocio por delante. No obstante, Aragón crecerá por encima de la media española. Tengo mucha confianza en el futuro de la economía aragonesa. Además, el clima social es extraordinario. Hay una conspiración para la estabilidad social en Aragón.

—Lo que sí se detecta es una devaluación salarial en el sector. Se va gente con buenos salarios y entran jóvenes que cobran mucho menos.

—Hay una palabra que se llama competitividad. Es injusto que para conseguirla a veces quede como único recurso tocar los salarios o la mano de obra. Pero a veces no hay otra solución, aunque sea injusto. Eso sí, las empresas con beneficios tienen que repercutirlo.

—Lleva como vicepresidente del Gobierno casi 7 meses. ¿Qué balance hace del cuatripartito?

—Ha podido haber posturas discrepantes en algunos temas como el agua. También acordamos modernizar las estaciones de esquí y hubo alguna controversia, pero las obras se empezaron. Tercero, ¿ha habido algún problema con la concertada cuando veníamos de un tiempo de tormentas judicializadas? Si se busca un equilibrio, todo funciona. Hemos dejado cuestiones personales y políticas de los partidos a un lado y el interés general está prevaleciendo en el pacto. La oposición, que no busque grietas en el pacto porque va a ser difícil que las encuentre. En el impuesto de Sucesiones, por ejemplo. Se acordó hace un tiempo y ahora ni se sube ni se baja más.

—Pero las empresas no lo ven muy bien...

—¿Las empresas? ¿Qué empresas? Vamos a ver. Si queremos tener una buena sanidad, servicio de internet en el territorio, ayudas a la dependencia... hay que pagarlo. Por ello, hay que colaborar con cierta generosidad para el sostenimiento de este Estado de Bienestar. Hay empresas que destinan los beneficios a reforzarlas, pero otras no. Hay otros temas que me preocupan más.

—¿Cuáles?

—Que haya operaciones de financiación que se firman en Madrid y se pagan allí impuestos y otras cuestiones. Y eso es dumping fiscal. Y eso duele porque el beneficio se queda en Madrid. Y esto es injusto.

—¿Este encaje del PAR en el Gobierno cuatripartito no puede pasar factura al partido que usted preside?

—Creo que en estos momentos de turbulencias políticas, la estabilidad y el sentido común deben imperar. Espero que la gente de Aragón valore lo que estamos haciendo. Hemos aportado moderación y estabilidad política.

—¿No teme que el PAR se diluya en otras fuerzas como el PP?

—Yo respetaré siempre lo que vote la gente, pero creo que hay que poner en la balanza lo que hemos hecho. Sabemos que el aragonesismo ha ido perdiendo espacio, pero el aragonesismo moderado, constitucional y del sentido común es positivo para Aragón.

—¿Volvería a ir a la plaza de Colón junto a Vox y al PP?

— Fui allí porque suponía una defensa de la Constitución, igual que voté el 155. No es que me arrepienta ni no, solo que consideré que el PAR, que ha defendido la Constitución, la unidad de España y el derecho foral de Aragón, debía estar allí.

—¿Cuando celebrará el congreso extraordinario el PAR?

—La hoja de ruta es hacer una convención municipalista en mayo o junio, otra en septiembre y otra en febrero. El Congreso está previsto que sea a mediados del 2021. Acabamos de entrar en un Gobierno, hay que dar un poco de oxígeno.

—¿Se presentará como candidato a la presidencia del PAR de nuevo?

--En estos momentos yo no tengo tomada la decisión, porque hay mucha gente que confía en la gestión. La prueba de fuego para el PAR es que lo hagamos bien esta legislatura. Tengo confianza en que se valore nuestro trabajo.