El arzobispo de Zaragoza, monseñor Vicente Jiménez, ha oficiado este domingo, 26 de julio, una misa en recuerdo de los fallecidos por la COVID-19 en la que ha apelado a la solidaridad ante las "graves consecuencias" sanitarias, sociales, económicas y laborales que ha provocado la pandemia del coronavirus.

"Hace falta una ola de solidaridad" y la Iglesia quiere "comprometerse" en este sentido, ha dicho el arzobispo en declaraciones a los medios de comunicación, antes de participar en la eucaristía, al tiempo que ha pedido "responsabilidad" ante los rebrotes y nuevos contagios "a todas las personas y a todos los grupos para que podamos salir pronto de esta pandemia".

El prelado ha explicado que esta jornada se ha convocado para pedir por el eterno descanso de todos los fallecidos durante la pandemia a causa de la COVID-19 y también por quienes han muerto por otras causas. "Merecen un recuerdo, un homenaje de gratitud y una oración, que es lo que la Iglesia hace", ha glosado.

Además, ha agradecido el esfuerzo "tan generoso" que han hecho todas las instituciones sanitarias, públicas y privadas, así como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y "tantas personas que han dado lo mejor durante este tiempo".

Ha recordado que este domingo se celebra la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María y patronos de los abuelos y los ancianos, que "ha sido el colectivo más atacado y golpeado por la enfermedad y la muerte durante la pandemia" y por eso "queremos homenajearlos hoy porque es un signo de gratitud reconocer todo lo que han hecho y lo que son" puesto que "lo que tenemos, a ellos se lo debemos".

CELEBRACIÓN

La misa ha tenido lugar en el altar mayor de la Basílica del Pilar, con un aforo del 50 por ciento, al estar Zaragoza en Fase 2, y manteniendo las distancias de seguridad, siendo obligatorio llevar mascarilla y el uso de gel hidroalcohólico.

El acto ha contado con la presencia del alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, que ha estado acompañado por consejera municipal de Servicios Públicos y Movilidad, Natalia Chueca, por la concejal delegada de Comercio, Carolina Andreu, el concejal del PSOE, Alfonso Gómez Gámez, y el portavoz de Vox, Julio Calvo.

La ceremonia ha tenido presentes a las víctimas de la COVID-19 en varios momentos, como en la oración inicial, en la homilía y en las peticiones.

El arzobispo ha manifestado en la homilía que desde el pasado mes de marzo, en que se declaró el estado de alarma y se decretó el confinamiento, "hemos podido contemplar cómo los más afectados por este virus han sido los mayores, muriendo un gran número de ellos en residencias, hospitales y en sus propios domicilios".

También han sido las personas mayores las que "más han sufrido el drama de la soledad, de la distancia de sus seres queridos" y por eso esta jornada ha de servir para tomar conciencia de su importancia "y del valor fundamental que tienen en nuestras comunidades como motor y fuerza de sabiduría y experiencia ante la vida".

Monseñor Jiménez ha manifestado que una sociedad que "abandona" a sus mayores y "prescinde" de su sabiduría "es una sociedad enferma y sin futuro porque le falta la memoria". "Allí donde no hay respeto, reconocimiento y honor para los mayores, no puede haber futuro para los jóvenes, por eso hay que evitar que se produzca la ruptura generacional entre niños, jóvenes y mayores", ha esgrimido el prelado.

RECORDAR A LOS DIFUNTOS

El arzobispo ha señalado que ésta es una jornada para recordar a los muertos a causa de la pandemia y durante la pandemia "por razones de justicia, solidaridad y, sobre todo, de caridad cristiana", así como para orar por ellos y "rendirles un homenaje de gratitud" porque "somos en muchos casos deudores del sacrificio de sus vidas, especialmente de las de muchos mayores y ancianos que nos han legado lo que somos y tenemos", así como para "confiarlos a la misericordia de Dios".

Al respecto, ha esgrimido que los creyentes católicos "no podemos contentarnos con ceremonias laicas, por muy dignas que sean, que respetamos. Pero no son suficientes. Las flores están bien, pero se marchitan; las lágrimas están bien, pero se evaporan. Necesitamos orar, porque orar por los difuntos es una idea piadosa y santa" y "es una manera de comunicarnos con ellos", de "ayudarles" y "hacer eficaz su intercesión en nuestro favor" y establecer "lazos de amor".

Monseñor Jiménez ha defendido, asimismo, "el sagrado deber de hacer duelo público: por dignidad de hombres, por fidelidad de hijos y por solidaridad de ciudadanos no podemos dejar que se vayan de este mundo sin más, casi a escondidas, sin despedirles, sin rendirles honor, sin agradecer sus vidas, sin lamentar públicamente sus muertes, sin ponerlos en las manos amorosas y creadoras de Dios. ¡Que los muertos permanezcan vivos en nuestro recuerdo y oración!".

JORNADA POR LOS AFECTADOS

El arzobispo de Zaragoza ha manifestado antes de la celebración que ha optado por mantener esta misa en recuerdo de los fallecidos de la COVID-19 a pesar de estar la ciudad en Fase 2 puesto que el templo del Pilar tiene una gran capacidad de aforo que permite observar todas las normas sanitarias.

De esta forma, la Archidiócesis se ha sumado a la mayoría de la diócesis españolas, que han dedicado este fin de semana a los fallecidos por la pandemia del coronavirus, tanto este sábado, fiesta de Santiago Apóstol, como este domingo, San Joaquín y Santa Ana.

Todas las misas celebradas este domingo en el Pilar han sido ofrecidas por las víctimas del coronavirus y todas las parroquias de la Archidiócesis han oficiado eucaristías por ellas con motivo de la 'Jornada por los afectados de la pandemia', donde también se ha rezado por los contagiados y sus familias, el personal médico y de enfermería, los científicos y los farmacéuticos, autoridades públicas y, de un modo especial, por las personas mayores, "duramente golpeadas por la COVID-19".