"Hace 40 años que mis padres compraron esta planta baja en la calle Julián Sanz, en el barrio zaragozano de Delicias, pero entonces nadie les advirtió de que en un futuro se les expropiaría una parte de su patio de luces", afirma Belén Gómez, indignada y desesperada tras llevar tres años peleando con Urbanismo y con el resto de vecinos del edificio. El motivo: la instalación de un ascensor en su propia terraza en vez de en el hueco de la escalera. Finalmente, han conseguido que, desde Urbanismo, se paralicen las obras y se ordene la revisión de la licencia, aunque la resolución todavía es una incógnita.

"La peor pesadilla de mis padres comenzó en octubre del 2001, cuando se aprobó la colocación del ascensor sin nuestro consentimiento". Belén asegura que desde entonces su vida y la de sus padres, de más de 80 años de edad, ha sido un "auténtico calvario". E insiste en que el ruido y la falta de seguridad en su propio terreno se han convertido en una constante en sus vidas. "Un día, sin previo aviso, los operarios quitaron una de las ventanas de ventilación de la escalera, justo al lado de la puerta de mi casa. Allí han puesto la entrada al ascensor, que da acceso directo a mi patio. Y lo peor de todo es que no sabemos quién tiene las llaves", comenta Belén.

Ella y Carmen Alejandro, la propietaria de la otra planta baja del edificio y también afectada por la instalación, comenzaron entonces una verdadera peregrinación por juzgados, despachos de arquitectos y sedes policiales. No sólo pedían respeto hacia sus derechos como "usufructuarios exclusivos" del patio de luces, según consta en la escritura pública de la vivienda, sino también una revisión del proyecto de la obra. "Avisamos a los responsables de que la licencia estaba irregularmente concedida pero el presidente de la Comunidad nunca quiso oír nuestros derechos, sintiéndose respaldado por los demás vecinos que ansían el ascensor".

No dudaron en acudir al Justicia de Aragón en busca de ayuda. Y la consiguieron, a juzgar por la sugerencia que desde el citado organismo se hicieron a la actuación municipal el pasado enero, y a las que ha tenido acceso este diario: "Consideramos procedente recordar al Ayuntamiento de Zaragoza la obligación legal de adoptar resolución congruente en relación con la revisión del expediente y de la licencia otorgada". "Gracias a la intervención del Justicia nos han hecho caso en Urbanismo", afirma Belén.

Cuatro irregularidades

Tras la paralización de las obras el pasado 28 de mayo, las dos propietarias de los pisos afectados han presentado una alegación mostrando las irregularidades de la obra, anomalías que el Justicia ya contempló en el informe que remitió al Ayuntamiento. Se quejan de que la empresa constructora no tiene su consentimiento expreso como parte afectada por las obras y de que las dimensiones reales del patio son inferiores a las reflejadas en el plano del proyectos. Además, "los materiales utilizados en la instalación no son permeables ni a la luz y ni al aire, por lo que se incumple el Artículo 2.3.12 del PGOU", comenta Carmen.

Belén y Carmen también denuncian las escasas medidas de seguridad adoptadas en la obra, puesto que al excavar el foso para el hueco del ascensor "apareció una tubería general por sorpresa, y ni el presidente de la comunidad ni los empleados de los ascensores comunicaron este imprevisto a ningún técnico ni a Urbanismo".

Carmen Alejandro, la propietaria de la otra planta baja, incide en que sí quieren el ascensor pero no en su terraza, alternativa que no convence al presidente de la comunidad de propietarios del inmueble: "El único argumento que él nos ha dado ha sido que ese proyecto sería más caro". Ya se han paralizado las obras y ahora sólo esperan que les dejen el patio tal y como estaba, sin andamios ni agujeros. Y que el ascensor deje de ser motivo de discordia.