Han pasado las navidades y llega una ola de frío. La nieve cubre buena parte de la ciudad y el ambiente invita al recogimiento. Lo mismo pasa en Humas, una iniciativa que ya lleva unos años dando un extraño, pero necesario, servicio. El de incinerar a las mascotas y acompañar en el duelo a sus familiares. Una situación que en medio de temperaturas extremas es más frecuente. Como sucede con los humanos, las muertes tienen un pico en estas fechas.

El ambiente en su interior de Humas es de respeto y de profunda sobriedad. Los vínculos que se pueden establecer entre una persona y su mascota son profundos. Por eso es fundamental garantizar que encontrarán lo que buscan. Atención en un momento de pérdida, que si bien nunca es comparable a la de un ser humano, puede dejar una huella enorme. Un animal es compañía, cariño, comprensión. A veces una parte más de la familia, una criatura mimada que al desaparecer cambia incluso las relaciones personales.

«Nos encontramos con diferentes sensibilidades, pero siempre tenemos que tener mano izquierda para que la situación sea cómoda para todos», afirman Eduardo González y Gemma Tirado, los trabajadores que en la actualidad sacan adelante el negocio que en su día logró poner en marcha Arturo Peiró.

En el polígono Valdeconsejo la nave industrial que acoge las instalaciones de Humas parece una más. Sin embargo, el servicio que ofrecen las convierte en una actividad con muchas peculiaridades. El horno crematorio tiene varios usos, según las necesidades de las familias. A veces la incineración del animal es individual, otras lo hacen con más animales a la vez. En el primer caso entregan las cenizas en unas urnas personalizadas. «No tenemos opciones muy caras, los precios son razonables, pues cada familia quiere darle a su mascota lo máximo que les permite el bolsillo», indican.

Crematorio

Defiende la vigencia de su actividad en un contexto como el actual como algo más efectivo que el entierro tradicional. «La incineración es la operación más recomendada en este aspecto puesto que evita problemas higiénicos y sanitarios», indican. Así se evitan posibles focos de infección, algo que no está de más en los tiempos que corren.

Hablan en varias ocasiones de «mano izquierda». Es fundamental en el sector, con otra empresa de referencia en la ciudad y un servicio municipal gratuito para los que no quieren darle trascendencia al momento de la muerte de la mascota. Una mano izquierda que también es fundamental para tratar con la administración, lugar en el que la frase de Gandhi («Un país, una civilización, se puede juzgar por la forma en la que trata a los animales») que preside su sala de espera pierde todo el significado. Allí son catalogados como manipuladores de un subproducto animal, algo que figura en todas sus licencias.

Recogida

La recogida de animales también tiene su ritual. A veces son las propias clínicas veterinarias las que se encargan de la entrega. Perros y gatos copan el porcentaje de los servicios. Pero ojo, que la variedad es mucho mayor de lo que podría parecer. Aves, roedores, conejos, algún hurón. «La gente nos va conociendo poco a poco, sobre todo gracias al boca a boca», indican. Creen que es el respeto con el que desarrollan su labor lo que más se valora.

El momento de la incineración es solemne. El propio crematorio ocupa un lugar central de la amplia nave. El resplandor rojizo anticipa una despedida definitiva que se trata de gestionar con la mayor comprensión. En Humas se cumplen con todos los requisitos en cuanto a emanaciones de humo y olores. Por lo que no afectan al medio ambiente. La sala de espera, cuando el covid lo permitía, era el espacio central.

«Entendemos que cada persona necesita su manera de decir adiós a ese compañero de viaje que se va, por eso existe la posibilidad de no ver a la mascota, o no ver como se le introduce al horno, o la posibilidad de estar en un primer momento e irse y recoger las cenizas en otro momento o incluso las podríamos llevar al centro veterinario o al domicilio particular», destacan. Prudencia ante todo. Su lema Vidas que dejan huella.

Además de las cenizas, para ese momento de recuerdo pueden entregar textos, huellas marcadas en barro o pequeños elementos de decoración con pelo de la mascota. «Este año ha sido raro, esperemos que todo vuelva a la normalidad lo antes posible», indican.