ACTIVISTAS EN INSTAGRAM: “Expresarse a través de las redes es más fácil”

Trufo es la mascota de Ernesto. Tiene una cuenta en Instagram (@trufomakesmyday) con casi trece mil seguidores, a través de la cual comparten el día a día de sus mascotas y, también, defienden los derechos del colectivo LGTBIQ. «Cuando yo no había salido del armario esta cuenta me sirvió para poder expresarme. No me salía decir directamente que era gay con las personas de mi pueblo, así que les enseñaba la cuenta de Trufo para que lo supiesen sin yo decirlo», explica.

Las redes sociales son una herramienta muy potente para luchar por las causas que uno considera justas, pero también tienen su parte negativa.

«Una vez mi novio subió una foto en la que nos estábamos dando un beso y hubo gente que nos comenzó a insultar con expresiones como ‘qué asco’ o ‘maricones’. Eso todavía sigue pasando hoy en día. Pero se hizo viral y finalmente la gente nos empezó a poner me gustas. Hablar a través de Intsagram es más fácil para lo bueno y para lo malo, pero siempre hay más gente que te muestra el lado bueno. Sino, no compensaría. Al final en las redes te rodeas de personas con las que eres afín».

Junto con su pareja Jacobo y sus mascotas, Ernesto ha conformado una familia, un término que él define como «amor». «Familia no es parentesco. Familia puede ser también un amigo, un vecino o un perro. Lo importante es el amor», defiende este joven.

HUYÓ PARA PODER SER LIBRE: “El miedo está siempre latente, pero soy fuerte”

Leticia Ojeda es venezolana de nacimiento y hace años que vive en España. Llegó a la península huyendo de la transfobia y la homofobia que «impera en las sociedades latinas». Allí, cuenta, la tolerancia hacia el colectivo LGTBIQ es menor que en Europa. Leticia es una mujer trans, lo que le ha marcado su vida. «En mi país ser trans está incluso criminalizado», cuenta. Hoy sigue luchando por sus derechos y los de sus compañeras en Somos LGTB+. Es técnico en esta asociación.

«Gracias a que tengo formación he podido tener herramientas para poder trabajar ahora», explica, aunque admite que no son pocas las trabas que se ha encontrado en algunas entrevistas de trabajo. «El género no nos hace ni más ni menos. Tienen que juzgar a las personas por su valía, no por su apariencia», lamenta.

Faltan referentes trans, opina Ojeda, para entre otras cosas, cambiar los estigmas que existen sobre este colectivo. «No todas somos trabajadoras sexuales. Las mujeres trans también podemos ser cajeras de supermercado o directivas de una empresa o lo que queramos ser», cuenta. Es por ello que todavía queda mucho camino por recorrer.

Lamentablemente, Ojeda, aunque se considera una mujer fuerte, no niega que haya sentido miedo alguna vez por la calle a poder sufrir alguna agresión. «Es inevitable sentir miedo. Está siempre latente, pero si me tengo que defender me defenderé», zanja orgullosa.

LUCHAR DESDE EL ASOCIACIONISMO: “Las leyes LGTB no tienen dotación presupuestaria”

Desde los 10 años lleva en el mundo del asociacionismo Juan Diego Ramos. Doce en la lucha por los derechos de la comunidad LGTBIQ. Ahora es presidente de la asociación Somos LGTB+.

Después de tanto tiempo, Ramos ha vidido un Orgullo diferente, en el que no ha habido grandes manifestaciones cargadas de color y reivindicación. Unas marchas que, dice Ramos, seguirán siendo necesarias mientras «haya personas que tienen miedo a salir del armario». Ramos aclara, asimismo, que las manifestaciones no son «un fin en sí mismo, sino una herramienta política».

Hoy le pide que el Gobierno de Aragón ponga en marcha las políticas necesarias para cumplir con las dos leyes aprobadas en el 2018 que afectan a derechos del colectivo. «No tienen dotación presupuestaria», lamenta.

Preguntado por Vox y la ola reaccionaria que recorre el mundo, Ramos admite «que se lleva con miedo y peligro», pero advierte que, aunque el partido de la ultraderecha sustente al Gobierno de Zaragoza, en Somos han colaborado con el Ejecutivo municipal durante la pandemia. «Ha habido mucha comprensión por parte de la concejala de Igualdad (Marife Antoñanzas)», asegura. Y es que el consistorio les ayudó para coordinar una campaña de recogida de alimentos para ayudar a un grupo de trabajadoras sexuales trans que se habían quedado atrapadas en la capital aragonesa.