La curiosidad derivó en reivindicación. David Olivera abrió una página de Facebook y empezó a buscar esos nombres que aparecían en las historias que le contaba su padre. Pronto encontró más y más. Ese fue el germen de la creación en 2015 de la Asociación de Vecinos y Amigos de Suelves, una iniciativa nacida para reunir a los viejos loberos y que ahora persigue conseguir para los nuevos habitantes lo que sus ancestros no lograron por el olvido histórico de la administración. Terminar de construir una carretera prometida, llevar la luz y el agua corriente y abrir la opción de que lleguen pobladores interesados, ahora que se reclama la activación de la España rural para renacer este enclave medieval situado muy cerca de polos de atracción como Alquézar o Aínsa.

El anuncio el pasado mes de la apertura del proyecto de la carretera turística entre Bárcabo, municipio al que pertenece este espacio, Naval y Colungo es una oportunidad para resucitar Suelves, al situarse justo en el centro. La acción de la Asociación permitió que la Diputación de Huesca (DPH) rehabilitara parte, unos 900 metros, del acceso desde Naval, pero faltan por asfaltar aún dos kilómetros. Además se han mejorado otras pistas de tierra que llevan a Bárcabo y Colungo.

La asociación revitalizó la celebración de la festividad de la Ascensión en mayo, donde han llegado a concentrarse más de 80 personas y fue cancelada este año, «Hay muy buena convivencia. Hay compatriotas que vienen de Bélgica solo para ese fin de semana», afirma Herman. También se festeja el Día de Bélgica en junio.

Sin embargo, la Asociación denuncia que el actual Plan de Ordenación Urbanística deja pocas opciones para actuar. La mayor parte del territorio, donde hay un coto de caza y plantaciones de trufa, son propiedad de los herederos de Joaquin García, fallecido hace alrededor de un año, y con los que se mantienen contactos. «Lo ideal sería poder adquirir parte de estas tierras o poder permutarlas por campos que tenemos aquí desperdigados pequeños propietarios», insta Matilde Grasa, de Casa del Herrero, una de las dos que no vendieron . Ahora, legalmente, solo es posible rehabilitar las viejas casonas, la gran mayoria hechas escombros. «Los belgas que vinieron ya son mayores. Por ahora se han ido vendiendo sus casas entre ellos, pero dejarán de venir por la edad. También ha habido españoles interesados, que han preguntado, pero con este vacío legal no es posible darles una oportunidad», reconoce David Olivera.

La asociación se queja de la inacción de algunas administraciones, el abandono histórico y la falta de inversión para poder facilitar los recursos básicos de luz y agua a los actuales vecinos y esenciales para poder repoblar Suelves. «Es un entorno apetecible para quien busque calma, sin ruido, sin granjas, sin tendidos electricos, cerca de Guara y el Pirineo», se lamenta Matilde Grasa.