A las 11.00 horas ya había congregadas miles de personas en torno al edificio Pignatelli, sede del Gobierno de Aragón. Desde allí salía la cabecera de la manifestación convocada en Zaragoza por diferentes asociaciones de hosteleros y que concluyó, tres horas después, en la plaza del Pilar. La marcha, que se desarrolló cumpliendo con las medidas de seguridad y distanciamiento a las que obliga la pandemia, se convirtió en la más grande realizada en España por este sector. Unas 4.000 personas clamaron al Gobierno de Aragón y al de España un plan de rescate que evite la quiebra. «No podemos más», aseguraron.

Hoy lunes entran en vigor, además, nuevas restricciones que impiden el consumo de bebidas y comida dentro de los bares y restaurantes en las tres capitales aragonesas. Los establecimientos solo podrán permanecer abiertos si tienen terraza o les resulta rentable servir comida a domicilio. Aunque la mayoría lo tienen claro, muy a su pesar, y no abrirán. Según datos de la asociación de Cafés y Bares, un 90% de los establecimientos no subirá la persiana. «Será la ruina», advertía el presidente de este colectivo, José María Marteles.

Partían todos de la misma premisa: no están en contra de las restricciones y siempre, aseguran, las han cumplido. Pero en Zaragoza, por ejemplo, solo en el último mes ha habido cuatro normas diferentes en vigor: la nueva normalidad primero, la fase 2 preventiva que se introdujo para el Pilar, el nivel de alerta sanitaria 2 y el nivel de alerta sanitaria 3. En un mes. «Somos esclavos de la ineptocracia (sic)», se escuchó durante la manifestación. «Desde marzo han limitado nuestra actividad y nos han impuesto multitud de restricciones y los contagios no han parado de subir», recordó también el presidente de la federación Horeca, Fernando Martín, en su discurso final. Si hay restricciones, quieren que vayan acompañadas de ayudas.

La marcha se desarrolló con total normalidad en un ambiente cargado de rabia en la que los hosteleros gritaron «basta ya» y «¡queremos trabajar!» acompañados por el sonido de sus cacerolas. Antes de partir del Pignatelli, la organización repartía unos paquetes que incluían un cordel de 12 metros, seis mascarillas con el logo SOS Hostelería y brazaletes con el mismo lema. Cada cordel servía para conformar una fila de seis personas, para garantizar un distanciamiento de dos metros entre cada manifestante.

A lo largo del recorrido, que serpenteó el centro de Zaragoza desde el paseo María Agustín hasta la plaza del Pilar pasando por César Augusto, el Coso y la calle Alfonso, los hosteleros estuvieron acompañados por multitud de personas, incluidos los trabajadores de algunos hoteles y restaurantes que salieron a las puertas de sus establecimientos para aplaudirles al pasar. También los taxistas estuvieron presentes, además de un grupo de más de 200 motoristas que con el sonido de sus máquinas protestaron al unísono junto con los marchantes.

Y es que no solo había hosteleros en la concentración. Los trabajadores y empresarios del ocio nocturno fue uno de los grupos más visibles. También estuvieron los cocineros. Desde los que trabajan en tabernas de barrio hasta prestigiosos chefs. Y es que si algo tiene este sector es su heterogeneidad. Tanto profesional como ideológicamente, aunque en a la marcha acudieron algunos representantes de PP, Cs y Vox, que quisieron dejarse ver en la manifestación.

Ya en el Pilar se hizo patente el éxito de la convocatoria. Llenaron desde la fuente de Goya hasta la de la Hispanidad, esto es, de punta a punta. «Distancia de seguridad. Ocio responsable y seguro», recordaban desde la organización, aunque durante el recorrido las distancias estuvieron en todo momento bien medidas.

El acto se cerró con las intervenciones de los diferentes representantes de la hostelería en Aragón y de España, aunque antes se guardó un minuto de silencio por todo los afectados y víctimas del covid. Durante su turno de palabra, el presidente de los hosteleros y empresarios de turismo en Aragón, Luis Vaquer, recogió el sentir de toda la plaza del Pilar y aseguró que no buscan «limosnas ni ayudas testimoniales». «Necesitamos un plan de rescate y menos promesas. Lambán, Sánchez, aquí están los hosteleros», espetó Vaquer ante los miles de manifestantes.

El último en hablar fue el presidente de la asociación de ámbito estatal Hostelería de España, el aragonés José Luis Yzuel, que cerró su discurso recordando unas palabras de su padre, también hostelero: «Pa´lante (sic) el canal aunque no baje agua». Yzuel prometió más movilizaciones al tiempo que pidió perdón a los manifestantes por no haber conseguido que el Gobierno haya aprobado hasta el momento ayudas específicas para el sector. «No nos queda tiempo. Hay un millón de puestos de trabajo en juego en todo el país», alertó.

Las salas alzan también la voz

Los propietarios y gestores de salas de conciertos de la capital aragonesa también estuvieron presentes ayer en la manifestación. Su situación es igual o más preocupante que las del resto de hosteleros, ya que la actividad musical está totalmente paralizada. A mediados de junio vieron algo de luz al final del túnel e incluso varias salas acogieron alguna actuación, pero los rebrotes volvieron a cortar en seco cualquier atisbo de esperanza. Y así hasta hoy, teniendo que seguir afrontando unos gastos fijos que ya pesan demasiado. «La situación es dramática; hay salas que ni han abierto desde marzo y que siguen acumulando deudas desde entonces», lamenta Pablo Cano ‘Patxi’, presidente de Aragón en Vivo, asociación que aglutina a 19 salas de música, el 95% de las que hay en Aragón. La asociación estima que desde marzo se han cancelado unos 1.500 conciertos en Aragón.