Youssef, de 23 años, es un joven sirio vive en España desde hace casi un año. Fue uno de los primeros reubicados en Aragón procedentes de campos de refugiados de fuera de la Unión Europea. Perdió la vista en uno de sus ojos y en el otro tan solo ve un 20%, después de sufrir un ataque con bombas químicas el día en el que se inscribió en la facultad de derecho donde iba a estudiar. Su sueño se truncó por la guerra, pero, tal y como reconoce a EL PERIÓDICO, su sueño más cercano es conseguir ser independiente gracias a un trabajo y regresar a su país porque ya se podrá vivir en paz. Allí está su familia.

-Ya lleva casi un año viviendo en Zaragoza. ¿Cómo es la vida para un refugiado sirio aquí?

-Buena y mala a la vez, me explico. Se está mejor que en Siria porque no te rodea la muerte ni el miedo a que te caiga una bomba encima, pero reconozco que el hecho de no tener trabajo me desilusiona mucho. Me esperaba, por lo que me dijeron antes de venir, que la vida iba a ser más fácil. La amabilidad de los zaragozanos, al menos, lo compensa.

-¿En qué aspecto pensaba que iba a ser más fácil?

-Me dijeron que era una tierra de oportunidades, pero aquí los propios españoles también tienen sus necesidades. También pensaba que iba a haber más interés de de cara a nuestra integración, a la formación y a la búsqueda de empleo.

-Su primer destino fue Madrid y luego le trasladaron a Zaragoza. ¿Por qué?

-Éramos 350 familias las que llegamos a Madrid y que yo esté en Zaragoza no se elige. Nadie elige a dónde va, sino que los traslados dependen del número de vacantes libres que tienen las entidades sociales que nos acogen.

-Pero usted tenía a su hermana aquí...

-Sí. Mi viaje a España fue vía diplomática. Yo hablé, en el Líbano, con el embajador y le dije que en Zaragoza tenía algo de familia y su contestación fue que lo intentaría, por suerte lo consiguió.

-¿Cómo recuerda sus primeros días?

-Fue lo más difícil, llegas a un sitio nuevo, no conoces a nadie, la sociedad es muy diferente. Estuve en shock un tiempo. Poco a poco entiendes el idioma y te vas acostumbrando.

-Desde su experiencia. ¿Cambiarías algo del protocolo?

-Principalmente cambiaría dos cosas. El régimen en el que vives, en el que te sientes falto de libertad porque te controlan todas tus salidas del centro en el que estás, y recibir un programa de adaptación cultural.

-¿Llegó usted a sentirse preso?

-Sí. Nos decíamos que podíamos salir cuando quisiéramos, pero yo me sentí encerrado.

-Habla de un programa de adaptación cultural. ¿A qué se refiere?

-Un programa de estudio en el que nos ayudaran a introducirnos en la sociedad, conociéndola desde el principio. Ahora dependes de un grupo de voluntarios que hacen todo lo posible por nosotros, pero no está regulado.

-¿La cuestión de los papeles de los papeles se alarga?

-Yo tuve suerte porque no vine de forma ilegal. Cuando vienes amparado por la UE los papeles se hacen antes de llegar a España. A mi me dieron el NIE nada más llegar. Por contra, los que se trasladan a España y demandan asilo consiguen un carnet rojo que sirve para tres años. Lo que quiero dejar claro es que cuando llegamos, necesitamos protección, pero que nuestra aspiración es trabajar, no pedir ayudas.

-¿Cuál es su sueño?

-Que vuelva la paz a Siria y poder regresar. Agradezco el esfuerzo que hace el Gobierno y los españoles por acogernos, pero quiero volver porque aquí falta tu gente.

-Me hablaba usted de los problemas con el empleo. ¿Lo ha hablado con otros refugiados que están en otros países?

-Sí. Allí no tienen tanto ese problema, pero la gente no es como aquí. Yo me siento muy ayudado por la gente. Si pregunto algo a alguien en la calle me contestan sin problema, ni el idioma llega a ser un problema.

-A la poca oferta de empleo se suma su problema de visión como consecuencia de un ataque con bombas químicas...

-(Se emociona) Aquel día iba con mis amigos, veníamos de apuntarnos en la universidad y fuimos a dar una vuelta al zoco. Hubo varios bombazos, perdí muchos amigos y los que salvamos la vida tenemos secuelas. Lloré sangre ese día. La mía es la visión, pero bueno ahora estoy pendiente de conseguir los papeles de discapacidad que solicitan las empresas.

-¿Has sido tratado aquí?

-Claro. Fuí operado dos veces en el Líbano y aquí estoy bajo tratamiento. Los médicos españoles no se explican cómo puedo ver por uno de los ojos.

-Cuando consiga la discapacidad. ¿En qué te gustaría trabajar?

-Me da igual en qué, yo lo que quiero es sentirme independiente gracias a un trabajo. Así no tendré tiempo para pensar. Quiero también decir una cosa, que en España conseguir trabajo es difícil en general, también para los de aquí. Yo me pongo en su piel y reconozco que no puedo exigir.

-España se comprometió a asumir 17.337 refugiados. ¿Cree que tiene capacidad?

-Creo que no. Es bueno acoger, pero no puedes alargar las ayudas mucho tiempo y para no dejar a nadie en la estacada hay que mejorar la integración. También creo que mejoraría todo si los ayuntamientos y las autonomías tuvieran más responsabilidad.