Ya saben ustedes cómo va esto: la mejor defensa es un ataque y la fortuna bendice a los audaces. Tan es así que un día vimos al PP celebrar su derrota electoral (dulce , pero derrota) como si fuera una gran victoria, y a la jornada siguiente aparecieron Belloch y Gaspar del bracete y peripuestos asegurando a Zaragoza y España entera que llevan un año fetén, de gloria, lo mejor de lo mejor, superchachi. Qué suerte tenemos de que ambos genios nos hagan la merced de ocuparse de los asuntos municipales. Y mucha gente ni se había dado cuenta, los muy ingratos.

Pero la táctica de adelantarse a las críticas dándole al autobombo sin tregua ni rebozo es bastante efectiva. El alcalde socialista y su teniente chuntero han logrado situar el debate sobre su gestión en la línea marcada por su megaoptimista proclama. Hasta el bueno de Atarés ha tenido que dar la réplica en tono bajo, tal vez porque, como ya he dicho otras veces, se reconoce en buena parte de los logros que exhiben sus (aunque antagonistas) sucesores; o quizás porque el jefe del PP zaragozano está todavía transido de gozo por la derrota/victoria obtenida en las europeas. Ya les dije que nos esperaban tiempos muy agradables. Incluso los presos que sufren en las cárceles van a estar enseguidita deabuten, gracias a las buenas obras de mi amiga Mercedes Gallizo. La directora general de Instituciones Penitenciarias recorre en conciezuda gira los penales de España, y se la ve tan llena de ilusión y tan positiva que estoy a punto de reclamar una temporada en el talego a cuenta de las veces que vulneré las leyes (en mi lejana y loca juventud, claro).

Escuché a Belloch cantar sus propias habilidades. Impresionado, salí a la calle y Zaragoza me pareció estupendísima, con esas palmerazas en Conde Aranda y el aroma de los tilos en Independencia... Pero, bueno, ahora caigo en que todo eso lo puso o lo encargó Atarés. Y no le valió en su momento para ganar las elecciones. Será que no supo pasar al ataque.