Los ataques al ganado -principalmente del lobo, pero también de perros asilvestrados, osos o aves carroñeras, generan pérdidas millonarias al sector ganaderos que demanda soluciones no siempre bien vistas por las asociaciones de defensa de los animales.

Los ataques se suceden en toda la península ibérica y, en el caso de provincias como Ávila, pueden alcanzar una media superior a los dos diarios, según el presidente de Asaja en esta provincia, Joaquín Antonio Pino.

En su opinión, la situación se ha agravado con los planes de repoblación del lobo que han permitido la "colonización" de nuevas zonas al sur del río Duero, lo que ha generado pérdidas "insoportables" para los ganaderos afectados, por lo que pide que se cumplan los cupos de abatimiento legalmente establecidos.

Desde COAG, el responsable de Fauna y Medio Ambiente, José Manuel Soto, suscribe la visión de Pino y plantea otras medidas como el vallado de explotaciones y el uso generalizado de perros mastines, aunque admite que estos métodos por sí solos "no son la solución".

Soto reclama a los implicadas "alejarse de radicalismos" y "buscar un equilibrio" entre los defensores de la ganadería y los del lobo.

El secretario de Agricultura de UPA, Nacho Senovilla, propone la creación de espacios de reservas de lobo controladas que estén alejadas del ganado, porque en España "hay muchas zonas" sin aprovechamiento ganadero.

También solicita más indemnizaciones de las administraciones porque, según sus datos, por cada ternero recién nacido atacado por un lobo reciben 200 euros de indemnización "cuando se vendería en el mercado por 800 euros".

Castilla y León es una de las comunidades más afectadas, mientras que en Aragón desde hace varios meses se ha constatado la presencia de un lobo de la subespecie italiana que ya ha causado la muerte de decenas de ovejas.

Desde el Consejo Rector de Cooperativas Agro-alimentarias de Aragón, José María Alcubierre explica que no se sabe exactamente cómo ha llegado este ejemplar hasta la zona, aunque cree que podría haberse desplazado desde la zona pirenaica o haber sido soltado deliberadamente.

En todo caso, apuesta por llegar a un acuerdo con los implicados -entre ellos la Administración regional- e intentar capturarlo para "llevarlo a una zona" adecuada que no interfiera con el ganado.

La presencia del lobo genera temor entre los ganaderos, una situación de la que son conscientes, por ejemplo, organizaciones ecologistas como WWF.

Su responsable del programa de Especies Amenazadas, Luis Suárez, reconoce que los ataques del lobo "pueden suponer un gran problema para los ganaderos" que lo sufren, pero considera que, "en general, el impacto sobre la ganadería es muy bajo".

A su juicio, hay medidas de protección al ganado "más que suficientes" para resolver este problema sin la necesidad de recurrir a la caza, que "no es la solución" porque "aunque puedas matar un lobo, la manada sigue".

Entre esas ellas propone el uso de perros mastines o las compensaciones económicas al ganadero, tras insistir en que cada caso se estudie para diseñar acciones concretas.

En ese sentido, recuerda que WWF celebra periódicamente jornadas con ganaderos para analizar la situación y explicarles medidas de prevención de ataques.

En algunos casos, mediadores sociales han reunido a ganaderos y defensores de los animales para alcanzar acuerdos equilibrados.

Es lo que lleva haciendo desde 2016 la Fundación Entretantos con la creación del grupo Campo Grande, como indica su colaborador técnico Julio Majadas, para quien se han dado "bastantes pasos", con "varios acuerdos alcanzados".

El fin último del grupo es elaborar propuestas de consenso para trasladarlas a las administraciones y a los gestores, con el objetivo de alcanzar una convivencia entre ganadería y lobos.

Majadas asegura que la labor "no está siendo difícil" porque el "clima" dentro del grupo es bueno, a pesar de que los participantes defienden posturas e intereses "muy diferentes".

Según los últimos censos oficiales, en España hay alrededor de 3.000 lobos y 300 manadas, una población que los implicados ven necesario encajar en el hábitat natural de la Península salvaguardando las cabañas ganaderas, aunque la pregunta entre los negociadores sigue siendo cuál es la fórmula perfecta.