Las redes sociales son ahora un nuevo instrumento para llevar a cabo un delito muy antiguo: la estafa. Conocidos, especialmente en estas fechas, los arriendos de pisos falsos o el bautizado como el estafador del amor, un joven que, supuestamente, seduce a mujer y después aspira su dinero. A ello hay que añadir un nuevo caso del que ha sido víctima un zaragozano, a partir de una aplicación o app que consiste en intercambiar alojamientos entre personas a nivel mundial.

David (nombre ficticio de la víctima para salvaguardar su identidad) había empleado en sus viajes tanto en España como en el extranjero la web Couchsurfing en la que todos los usuarios tienen un perfil en el que explican cómo son y, a la vez, reciben puntuación de los usuarios de cara a determinar si la persona en cuestión y el alojamiento que ofrecen son fiables. A principios del mes pasado este joven zaragozano recibía una solicitud de contacto de otro. Ambos hablaron y, hasta ese momento, coincidían en perfiles por lo que abrir las puertas de casa no iba a ser un problema para David.

Llegó el día, el 18 de agosto, y este joven zaragozano recogía en la estación de Zaragoza Delicias al sospechoso. Iba a pasar varios días alojado en una de las habitaciones de su casa. Tal y como señala David: «Se alargaban en el tiempo porque, casualmente, parecían almas gemelas». Ahora, pasado el tiempo, este joven se lamenta y piensa que estudió su perfil para «aumentar la confianza» en él. «Se presentó como una persona solvente económicamente, pero muy alternativa, algo que no es tan extraño, por lo que muchas de las cosas que me decían eran creíbles y que, además, estaban avaladas por su perfil en esa red social», mantiene.

Banco australiano

Pasaron los días y el ahora investigado por la Guardia Civil y por el juzgado, un joven chileno que responde a las iniciales G. A. G., le pidió dinero. Le explicó que había pensado en comprar una furgoneta, que la había visto en un concesionario de la localidad madrileña de Getafe, pero que necesitaba su ayuda. Ahí se iba a producir la estafa. Necesitaba 1.860 euros, pero que si sacaba ese dinero de su banco australiano ­(país en el que vivía) le iban a cobrar mucha comisión. David accedió con la condición de que primero le hiciera una transferencia de ese dinero a su entidad bancaria y, con justificante en la mano, le daría el dinero en efectivo. Una condición que cumplió, aunque luego descubriría que había sido engañado.

David llevó al joven chileno a la estación del AVE con destino a Madrid. En su casa, G. A. G. se había dejado una mochila con todo lo que había llevado a Zaragoza, era la forma de hacerle ver que iba a volver por si las palabras no le servían. Pasó un día y, según la denunciante, llegó una comunicación del banco australiano donde advertía que la transferencia económica no podía hacerse. David rápidamente llamó a quien había sido el huésped de su casa para pedirle explicaciones. Este le dijo que era algún problema que iba a solucionar, que no se preocupara y que iba a regresar. Llegó incluso a decir que estaba volviendo a Zaragoza, pero nunca se volvieron a ver.

Denuncia e investigación

Fue la confirmación personal para David de que le habían robado, pero también engañado. Acudió a la Guardia Civil donde interpuso denuncia, se puso en contacto con Couchsurfing que rápidamente quitó el perfil del sospechoso y comenzó su propia investigación. Las redes sociales fueron el instrumento de la estafa, pero a la vez ha sido el canal, a través de Facebook, en el que varias supuestas víctimas de G. A. G. se han puesto en contacto y han podido comprobar su modus vivendi.

Mientras la Justicia, en la que David tiene guardadas todas sus esperanzas, actúa, este joven zaragozano ha decidido instalar cámaras de seguridad en su vivienda porque, tal y como reconoce, el sospechoso sabe dónde vive y sus costumbres diarias.