Sergio D. O. se atrincheró anteayer por la noche en el bar La Tasca de Torrero, que regentaba desde hace alrededor de un mes, dispuesto a volar el negocio reventando dos bombonas de butano. Durante casi tres horas, entre la medianoche y las 2.50 horas, mantuvo en vilo a los vecinos de los dos inmuebles vecinos, en la esquina de la avenida América y la calle Pontevedra del barrio zaragozano que da nombre al bar, y que tuvieron que ser desalojados por precaución. Finalmente, tras intentar que un mediador policial le hiciese deponer su actitud los Grupos de Operaciones Especiales (GOES) irrumpieron en el local y le arrestaron sin que llegase a causar daños.

El hostelero, según fuentes del operativo, había consumido un cóctel de alcohol, cocaína y antidepresivos, lo que se unió a la ruptura sentimental con su pareja, esa misma noche. No se sabe si lo primero fue consecuencia de lo segundo, pero a la combinación se unieron también los problemas económicos.

Según comentaban ayer los vecinos del barrio, el hombre apenas llevaba un mes regentando el bar, y aunque comenzó el negocio con ímpetu, las cosas no marchaban bien. Ninguno de los residentes de la zona con los que pudo hablar este diario, de hecho, era cliente habitual, y apenas habían visto al propietario del establecimiento. Para colmo, recientemente había sufrido un incendio en el local que obligó a intervenir a los bomberos.

CORTE DE GAS / Estos tuvieron que volver a intervenir ayer, cuando la Policía les avisó de la presencia del atrincherado y el peligro de que causara la explosión. Los efectivos de extinción cortaron el gas de la zona y ayudaron a evacuar las casas, trasladando a los inquietos vecinos más allá del cordón policial. Algunos de ellos, como Alfredo, el propietario del bar de al lado, salieron por su propio pie cuando, en torno la medianoche, comenzó a ver el despliegue de coches de la Policía Local, luego Nacional, y se temió lo peor. «La Policía tranquilizaba algo, pero estábamos inquietos por si podía explotar», admitía el otro hostelero.

Mientras se producía el desalojo, la Policía Nacional trasladó al lugar a su negociador, además de a los GOES, por si era necesaria su intervención. El hombre no dejaba de amenazar con «reventar el edificio entero», porque todo le iba mal, explicaba a la Policía. La presencia de su familia tampoco contribuyó a calmarle.

El hostelero estaba fuera de sí y la negociación no cuajó, pero finalmente la Policía aprovechó un momento de somnolencia de Sergio D. O., fruto de la combinación de fármacos y alcohol, para levantar la persiana y detenerle. Al parecer la detención le despabiló, ya que se revolvió contra los agentes, y la Policía no solo le imputa un delito de amenazas graves sino otro de resistencia a la autoridad. Todo a la espera de lo que decida el juez, ante el que probablemente pasará hoy, tras recibir atención hospitalaria.

En el interior del bar, los agentes encontraron las bombonas de gas y un soplete con los que podría haber llegado a cumplir su amenaza, que afortunadamente quedó en eso.

Fue el segundo atrincheramiento en pocos días, tras el del agente de Policía que, la semana pasada, permaneció también varias horas en los juzgados de La Almunia.