De lo que pase en marzo van a depender muchas cosas importantes para Aragón. El trasvase, por supuesto. Y también la Expo.

Es bastante obvio que el PP fingirá hasta el último momento (se produzca tal instante a la vuelta de marzo o cuatro años después) que el PHN marcha viento en popa. Pero la UE se las apañará para quitarse el muerto de encima. Mientras tanto, en el valle del Ebro continuarán las movilizaciones, aunque éstas habrán de superar crecientes problemas internos derivados de la pugna por los pantanos. Es seguro que Madrid intentará teatralizar algún inicio de obras en Yesa para echar leña al fuego.

La Expo nos tendrá en vilo hasta el próximo mes de noviembre. Personalmente sigo teniendo muchas dudas de que el Gobierno central (salvo irrupción en escena del señor Rodríguez Zapatero) acepte mostrarse generoso y soltar el dinero que hace falta para montar el show en el meandro y de paso meter a la capital aragonesa en el siglo XXI. Si Madrid no vacila, la candidatura de Zaragoza ganará. A ver cómo nos las componemos para solventar el compromiso.

Al Partido Popular aragonés no le irán bien las cosas. Lo siento pero eso es lo que veo de momento en mi bola de cristal. Pese a ello, ni Iglesias ni Belloch van a poder dormirse en los laureles. Aunque por motivos distintos, ambos pueden tener algún problema con sus respectivos coaligados, pero sobre todo deberán enfrentarse a una opinión pública que les exigirá algo más que buenas palabras y proyectos emblemáticos.

Las buenas relaciones entre nuestro presidente y el de Cataluña provocarán polémica (los medios conservadores van a promover anticatalanismo por un tubo), pero en este caso, como suele suceder, el amor triunfará sobre las adversidades.

La autovía a Teruel no estará acabada. El AVE seguirá yendo más despacio de lo que se dijo. Y la renovación parcial de los órganos de gobierno de las cajas de ahorro traerá cola.

O sea, más o menos.