El malestar entre los usuarios del bus casetero va en aumento. En las últimas semanas se han registrado esperas de hasta 50 minutos entre las siete y media y las nueve de la tarde, cuando la frecuencia habitual del servicio es de 30 minutos. Hace tiempo que la Asociación de Vecinos de Casetas se ha hecho eco de la crispación de los viajeros, por ello se reunieron días atrás con el concejal de Movilidad Urbana, Jesús Sarría, para exigirle la mejora del servicio.

En el encuentro no se alcanzó ningún acuerdo ni hubo ningún compromiso municipal. Sarría argumentó que en el transporte interurbano la competencia atañe al Gobierno de Aragón, "que es quien realiza las concesiones", y no el Ayuntamiento de Zaragoza, "que actúa como mero subvencionador".

No obstante, el edil responsable de Movilidad Urbana se mostró confiado en que los problemas de frecuencias se resuelvan muy pronto gracias a la conexión de la autovía de Logroño con la autopista AP-68, actualmente en obras. "La congestión del tráfico en la carretera de Logroño es el principal motivo del desorden de las frecuencias. Una vez que concluyan las obras de conexión con la autopista, mucho tráfico se desviará por allí y el autobús no encontrará tantas retenciones", explicó.

PROXIMA REUNION El asunto se retomará dentro de dos semanas en una segunda cita que mantendrán miembros del colectivo vecinal, el alcalde de Casetas (Roberto Polo), representantes de la empresa Agreda que presta el servicio y el concejal de Movilidad Urbana.

Allí se abordará además de la irregularidad de las frecuencias, la unificación del billete con el resto de la ciudad y la implantación de los bonos de descuento. "Estamos cansados de tantas contradicciones con el abono mensual. En Zaragoza llevan ya diez años con él, mientras que en los barrios rurales tenemos que morir al palo del billete convencional. Nos sentimos totalmente discriminados y no creemos que sea tan difícil buscar una solución, por eso queremos plantearlo simultáneamente cara a cara a todas las partes", manifestó Juana Moya, presidenta del colectivo vecinal.

Respecto a las esperas de hasta 50 minutos en las últimas semanas, Moya se mostró preocupada por el aumento de la crispación entre los usuarios. "Es que la frecuencia es la misma que en el año 88 y la población ha aumentado en más de un 30%. La situación es insostenible y al final habrá enfrentamientos personales contra los conductores", dijo.