Algo empezó mal con esta autovía en su tramo aragonés cuando el ministro Arias Salgado cortó la cinta en un tramo turolense y al día siguiente las máquinas y los pilotes puestos para la inauguración abandonaron sine die el emplazamiento de tan señalada fecha. 20 años después de aquella cómica efeméride, la A-23 o autovía mudéjar todavía está sin realizar, ya que faltan sus tramos más complejos, los que salvan el macizo del Monrepós y enlazan la ciudad de Huesca con el Pirineo. Desde entonces, cambios de proyectos, parones de obras, deslizamientos y otras vicisitudes dejan sin fechas claras la finalización de una obra tan emblemática como compleja.

En el 2008 las tres capitales de provincia estaban ya unidas por esta autovía, y todo hacía indicar que en el plazo de una década Jaca podría ser la siguiente gran ciudad en estar unida, una vez que diera tiempo a construir los once tramos en los que se dividían los algo más de 60 kilómetros de autovía entre Huesca y Jaca. Una inversión de aproximadamente 200 millones y tramos de gran complejidad técnica por la orografía del terreno, con enormes viaductos y largos túneles para salvar desniveles y pendientes.

Desde entonces, tan solo se han abierto 16 kilómetros en tres tramos (Arguis-Alto de Monrepos, uno de la autovía de Sabiñánigo y desde la capital serrablesa hasta Jaca). El mayor varapalo lo sufrió en el verano del 2010, cuando la crisis y la práctica quiebra del Estado obligó a parar las obras y rescindir los contratos de los tramos más complejos y costosos. Se suspendían las obras en medio de una gran polémica. A partir de ese momento, algunos tramos tardaron hasta cuatro años en retomarse, y no ha sido hasta el 2017 cuando se ha dado un impulso a una autovía que empalma con otra que también está en fase muy atrasada en su tramo aragonés, como es la A-22 (Huesca-Jaca-Pamplona).

A los avatares de los últimos días, que siembran de incertidumbre los plazos y las estrategias técnicas a seguir en la parte de coronación del puerto, hay tramos que todavía están pendientes de estudio, como el de Lanave hasta Sabiñánigo y el cierre de la autovía de esta localidad.

De este modo, y con los ritmos al ralentí, los tramos de la parte central del puerto llevan más de 10 años en marcha, entre tramitaciones y obras, sin que se hayan concluido. La dificultad técnica de esta autovía en este tramo prepirenaico queda clara si se tiene en cuenta la magnitud económica de determinados tramos. Es lo que sucede por ejemplo entre el congosto del Isuela y Arguis. Un tramo de 3 kilómetros y una inversión de 60 millones de euros.