La operación es sencilla: consiste en "malograr" que los huevos de la cotorra argentina no sean fértiles. ¿Cómo? Punzando el embrión. La Unidad Verde y el área de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Zaragoza comenzó ayer su campaña de esterilización de huevos de una especie que es considerada exótica e invasora, por su gran potencialidad de expansión, sobre todo en la capital aragonesa y en el valle medio del Ebro. Los servicios municipales prevén actuar estos días sobre más de mil huevos, distribuidos por la ciudad. Unos trabajos que se prolongarán durante diez días aproximadamente, teniendo en cuenta que los huevos incuban tres semanas.

La capital aragonesa y el valle medio del Ebro son lugares en los que la cotorra argentina se expande con facilidad. Eso sí, de momento no ha traspasado los límites urbanos. La primera pareja que apareció en Zaragoza lo hizo en 1984 a consecuencia de alguna fuga. Y a día de hoy se contabilizan más de mil individuos en la ciudad, hospedados en 250 ejemplares de árboles, especialmente en palmeras, acacias y pinos.

Un nido suele tener entre cinco y siete huevos y en una mañana una persona puede llegar a neutralizar alrededor de 400. A algunos se les suele hacer una marca para comprobar, días más tarde, que no ha nacido ninguna cría y que ha culminado de forma correcta. El consistorio es "pionero" en utilizar esta técnica, que lleva desarrollando "al menos" cinco años. Con ella se consigue controlar la expansión de esta población, pero el objetivo final no es otro que el de erradicar la especie, por los daños que provoca en la flora y la fauna.

Hay seis zonas en la ciudad en las que se concentran estos pájaros: el parque del Tío Jorge --la primera gran colonia que hubo y que tiene unos 35 árboles con nidos que pueden tener entre uno y seis agujeros de entrada--, Castillo Palomar --que alberga la segunda más importante--, el parque Grande José Antonio Labordeta, el Centro, La Almozara y el Canal Imperial.

Además, la estrategia también comprende eliminar nidos aislados, como en el paseo Constitución o en la plaza Los Sitios, para evitar que se asienten en nuevos puntos. A esta tarea también se suma la de quitar aquellos nidos que por su tamaño, verticalidad en la caída y el peso --unos cien kilos-- puedan suponer un peligro para los ciudadanos. Estas actuaciones son efectivas, porque no se daña a otras especies. Si se detecta un huevo de otro tipo de ave "aliada", estos no se tocan.