Va a tener el ruido de La Romareda de fondo y de ahí no se va a poder escabullir Jorge Azcón, que ayer reaccionó ofreciendo su apoyo total a la candidatura olímpica que preparan Aragón y Cataluña para los Juegos del 2030. El alcalde había prometido antes de tomar el mando que Zaragoza tendría por fin su nuevo campo. El tiempo y sus rebrotes le han dejado prácticamente desarmado, con un ayuntamiento medio en ruinas y unas pésimas previsiones económicas a corto plazo. Los Juegos Olímpicos y la importancia que tendría la capital aragonesa en ellos abren ahora una posibilidad real de que Zaragoza consiga el estadio por el que lleva suspirando más de 20 años. Paso a paso, piden en el consistorio zaragozano, conscientes de que sería una solución imponente para la vieja Romareda, cautos hasta que el proyecto dé sus primeros pasos. Será pronto. Según adelantó este diario de fuentes oficiales, el acuerdo entre Cataluña y Aragón, con la anuencia y el empuje de Madrid, se firmará en las próximas semanas, una vez limados los últimos flecos del convenio.

El alcalde Zaragoza ya ha mantenido conversaciones con el presidente de Aragón y sabe que el asunto va en serio. «Ya le dije a Lambán que le iba a apoyar. Es bueno para Aragón y para Zaragoza, y como consecuencia bueno para España. Tiene un apoyo total», explicó Azcón, que recordó que este proyecto con Zaragoza a la cabeza no es nuevo: «Ya lo impulsó Belloch, pero se paró por problemas dentro de su Gobierno, aunque el Partido Popular lo apoyó».

En el Ayuntamiento de Zaragoza tienen claro que eventos de gran magnitud como unos Juegos Olímpicos tienen tres grandes vectores: la actividad económica, la proyección de la ciudad y las infraestructuras que quedan a la conclusión de los Juegos. En este caso no solo influiría positivamente en Zaragoza, sino en la comunicación con el Pirineo y en la unión de las estaciones, un proyecto imprescindible que impulsaría el dominio esquiable y haría a la comunidad competitiva con sus rivales. «No solo reforzaría el sector estratégico de la nieve, sino que supondría un impulso turístico, tanto para la comunidad como para la capital», que vería muy mejoradas sus comunicaciones con el Pirineo.

«Si se piensa en Zaragoza (como una de las sedes principales) es por muchas razones, sobre todo por la infraestructura hotelera que nunca podría tener el Pirineo. Después hay que pensar en las infraestructuras deportivas. Y desde luego si se impulsa nos tendríamos que poner a hablar de ello», explica Azcón en clara referencia al estadio en el que se albergaría la ceremonia de inauguración o de clausura, aunque este aspecto y la función exacta de la ciudad -así como la de Barcelona- no están determinados. Sea como sea, si saliera adelante Zaragoza y sus zaragocistas saldrían ganando.