Justo el mismo día que en la web del consistorio aparecía el anuncio de licitación de siete quioscos-bar, Marta Ester Choque Constantini pisaba los pasillos de Ayuntamiento de Zaragoza en busca de ayuda de los diferentes grupos municipales. Después de 37 años con un puesto de bisutería artesana, primero 13 años en Independencia y los últimos 24 en Sagasta, siente que de repente le han dado una patada. «Me parece muy heavy que el 29 de mayo, saliendo de la pandemia, estos señores no tengan otra cosa de la que preocuparse que de mandarnos a casa y dejarnos sin trabajo. Es muy duro», dice la vendedora.

Así lo explica Choque: «Recibí una notificación de Servicios Públicos en la que me informaron de que tienen intención de recuperar el espacio de dominio público del paseo Sagasta en las inmediaciones del número 10. Y me dieron 10 días de plazo para presentar alegaciones. El 19 de junio era mi último día y las entregué. Ahora tienen tres meses para resolver», cuenta con desesperación mientras se agarra a la compasión y el sentido común «de los gobernantes, que están para echarnos una mano, pero no una mano al cuello». «Es una cosa muy seria dejarnos sin la posibilidad de trabajar».

Según consta en el ayuntamiento, el 2 de enero del 2008 las instalaciones deberían haber sido «completamente retiradas» y el espacio quedar «libre y expedito», explican en el comunicado de Dominio Público, que recuerda «que no existe un derecho subjetivo específico a la utilización común especial o privativa del dominio público, siendo potestad de la Administración permitirlo o no (...) No constando que dispongan de título habilitante para la ocupación del dominio público, se le comunica la iniciación del expediente administrativo» en el que se le dan diez días para aportar el título o presentar alegaciones. El plazo para resolver y notificar la resolución es de tres meses.

«Ellos dicen que en julio del 2007 se firmó un decreto de vicealcaldía en el que se acordaba no renovar los permisos. Pero es que ese documento a nosotros nunca nos lo dieron por escrito. Es más, a finales del 2007 se pusieron en contacto con nosotros para cambiar la imagen debido a la Expo y nos instaban a presentar un proyecto. Así lo hicimos, de tal manera que el 29 de diciembre de ese año nos hicieron una prórroga del permiso, en una fecha posterior a la amenaza. Nosotros hicimos arreglos en el puesto, lo presentamos y fue aprobado. Después, ni por activa ni por pasiva, no ha habido manera, no nos han renovado y hemos estado en precario hasta ahora», explica Ester, que acepta cualquier solución que le ofrezcan que no implique cesar su trabajo.

«Ahora mismo estamos funcionando tres puestos en Sagasta. Uno es el nuestro, donde trabajamos cuatro personas, todos con alta en la Seguridad Social. Y únicamente ocupamos 20 metros cuadrados, no más, es un 6 por 3. Solo queremos que nos den un sitio, donde sea. Defendemos nuestro puesto de trabajo más allá de cualquier otra cosa», concluye.