El alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, y la vicealcaldesa, Sara Fernández, hicieron oficial la estructura de su Gobierno PP-Cs en la capital aragonesa, compuesto por nueve áreas de gestión y arropado por todos sus concejales, en un clima un poco extraño en este y otros ayuntamientos en la misma situación: Vox es decisivo para aprobar cuestiones importantes y desde Madrid está haciendo valer un documento que prometía darles competencias en un organigrama en el que ayer se constató que no entran. Así, el primer edil al menos recordó que es «un gobierno en coalición y en minoría» para apelar a la única salida que le queda, el diálogo, en los 20 días de plazo que le ha dado Vox para cumplir su palabra.

Sin novedades en la definición de ese Gobierno PP-Cs, los nombres propios de ese esquema son los que ya adelantó EL PERIÓDICO, con Sara Fernández al frente de Cultura y Proyección Exterior; María Navarro, de Presidencia, Hacienda e Interior, con una concejalía delegada de Interior para Alfonso Mendoza; Carmen Herrarte, en Economía, Innovación y Empleo, y una concejalía delegada de Comercio para Carolina Andreu Castell; Víctor Serrano, em Urbanismo y Equipamientos; Patricia Cavero, en Infraestructuras, Vivienda y Medio Ambiente, de la que dependerá la concejalía delegada de Vivienda para Carolina Andreu; Ángel Lorén, en Acción Social y Familia, en el área con más delegaciones: las de Mayores, Familia y Educación para Paloma Espinosa, la de Mujer, Igualdad y Juventud para María Fe Antoñanzas, y la de Deportes para Cristina García; Natalia Chueca en Servicios Públicos y Movilidad, con Alfonso Mendoza al frente de Bomberos; y Javier Rodrigo en Participación y Relación con los Ciudadanos, con Paloma Espinosa en la concejalía delegada de Barrios Rurales.

DIÁLOGO

Todos ellos ocuparán, en ese orden, de la primera a la octava tenencia de alcaldía, y comienzan una nueva etapa en la que querían, en su presentación, marcar diferencias con el Gobierno de ZeC. Necesitarán a otros partidos pero se ofrecen como un equipo «dialogante» y con el objetivo de la «búsqueda de consensos». Con el resto de partidos, con la DGA «independientemente del color que tenga», y «con los zaragozanos», explicó Fernández. Un equipo «pensado en darle solidez y estabilidad a la ciudad», que dé «soluciones a los ciudadanos» y que planifique un futuro «ambicioso», con «sensatez y dinamismo». Sí, pero que necesita a la ultraderecha de Vox, también.

Es en este punto donde empiezan los problemas. Vox tiene claro lo que quiere, que el PP cumpla lo prometido a nivel nacional y les proporcione un puesto en ese Gobierno en el que ayer no estaba. Y Cs también lo tiene claro, que no entre ni ahora ni nunca. En esa tesitura, Azcón ayer respondía que confía en que esto no genere inestabilidad, que hay que dialogar para hacer «compatible con la ciudad entera», también con Vox, su apuesta programática y, cuando toca hablar del famoso papel que enarbola la ultraderecha, que desconoce que les prometieran un cargo. «He hablado con las personas de mayor responsabilidad de mi partido y no he llegado a ese grado de detalle. Desconozco si hay papel o no, o si se firmó. Estos días hemos estado enfrascados en cuestiones verdaderamente importantes para la ciudad», aseveró el alcalde, que instó a Calvo a pensar «en los problemas reales de la ciudad y no en el sillón que ocupan unos y otros concejales».

Pero para Vox el reloj ya está contando. Calvo anunció que va a «plantear lo mismo que en Madrid», su «participación en el Gobierno en la misma proporción que nuestra representación». «No es una pretensión disparatada ni desorbitada», dijo, «queremos estar». Le pidió a Cs «respeto» a sus electores y aseguró que si les rechazan harán oposición «como en Andalucía». «La confianza de los votantes no la vamos a vender gratis. Si no quieren negociar ahora, volverán nuestras exigencias cuando quieran hablar de ordenanzas o presupuesto», avisó.