La banca española está inmersa en una nueva oleada de ajustes, entre los que destacan el pactado recientemente en Caixabank y el anunciado anteayer por el Santander. Esto es solo el principio, aseguran los expertos y los sindicatos del sector, de un proceso de reestructuración todavía inacabado que comenzó a raíz de la crisis financiera y que ahora se ha acelerado por la transformación digital del sector y la necesidad de reducir costes. En consecuencia, las entidades siguen metiendo la tijera a una red comercial presencial ya muy diezmada. En Aragón, han cerrado ya el 42% de las oficinas, desde el máximo de 1.807 establecimientos alcanzado en diciembre del 2008 a 1.043 que había al cierre del 2018 (incluyendo los establecimientos financieros de crédito).

De esta manera, han bajado la persiana 767 sucursales en la última década, según los últimos datos del Banco de España correspondientes al mes de diciembre del 2018. El ajuste ha continuado en el último año con la clausura de 33 sedes, a una media de casi tres cada mes. El proceso de reestructuración incluso se ha intensificado algo, ya que en el periodo precedente (entre los meses de diciembre del 2016 y el 2017) se cerraron 29 oficinas.

Aragón cuenta así con 1.043 oficinas bancarias, la cifra más baja en más de tres décadas. Habría que remontarse a septiembre de 1977 para encontrar un número tan bajo. Estas cifras se han podido quedar ya desfasadas, ya que en el presente ejercicio se han desarrollado procesos de ajuste como el de Caixabank, que tenía previsto suprimir 18 oficinas en esta comunidad.

Digitalización y costes / La provincia de Zaragoza, y especialmente la ciudad, ha sido el epicentro del recorte bancario de la última década, con la pérdida del 48% de las oficinas: de 1.212 a 626 sucursales, es decir, 586 menos. En Huesca, se han cerrado 129 establecimientos en este periodo -de 359 a 230, un 36% menos- y en Teruel otros 52 -de 236 a 184, un 22% menos-.

La redimensión de la red de oficinas está motivada por varias razones. Por un lado, la concentración del sector bancario que se ha vivido en los últimos años, con sucesivos procesos de fusión que han reducido el número de entidades a una sexta parte. Y por otro, la necesidad de mantener a raya los costes de explotación en un contexto de dificultades para el negocio bancario, con unos ajustados márgenes de rentabilidad debido, entre otros motivos, a unos tipos de interés en mínimos históricos.

A todo ello se suma el imparable proceso de digitalización, lo que acelerado el crecimiento de los servicios bancarios online, lo que ayuda a las entidades a ganar eficiencia y reducir al mismo tiempo costes operativos.

El ajuste también está calando en los pueblos. Un total de 413 municipios aragoneses carecían en el 2017 de una oficina bancaria, lo que afecta al 4,3% de la población de la comunidad (en torno a 56.000 personas).