Eran dos rusos y un georgiano pero, según el Grupo de Robos de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, se hicieron pasar por falsos estudiantes israelíes para desvalijar, supuestamente, una veintena de viviendas de Zaragoza. Fueron detenidos en el mes de junio del año pasado y ahora se enfrentan a 9 años y medio de prisión.

Es la condena que solicita la Fiscalía Provincial de Zaragoza para Bachuki U., Irakli L. y Mevludi S. como presuntos autores de un delito continuado de robo con fuerza en casa habitada y otro de pertenencia a banda criminal. Propone el fiscal la expulsión del país en sustitución de la cárcel.

El ministerio público relata que este grupo organizado comenzó a desvalijar viviendas un 17 de junio del 2018. Fue en la casa de un matrimonio en la avenida Juan Carlos I, donde se apoderaron de 3.155 euros en efectivo y 4.205,99 euros en joyas. Ante tal botín, los encausados decidieron actuar en el distrito universidad por el alto poder adquisitivo que poco a poco fueron observando en cada golpe que daban. Asimismo, en dicho barrio establecieron los dos pisos que actuaban como base de operaciones.

En total, la Policía Nacional incautó unas 1.000 joyas, de las cuales 400 eran de oro y diamantes; 9.000 euros y diferentes herramientas con las que la banda accedía a las viviendas, como las ganzúas que fabricaban los propios ladrones con varillas de paraguas para todo tipo de cerraduras.

La operación policial, denominada Shalom, fue considerada por el Cuerpo Nacional de Policía uno de los mayores golpes a las bandas organizadas de origen georgiano en Aragón, ya que ha permitido recuperar las piezas robadas y detener a los individuos antes de que comenzaran su campaña de verano.

La banda, defendida por los abogadas Carmen Sánchez Herrero y Marta Blanco, tenía dos formas principales de actuar. La primera, entre semana, mientras los propietarios realizaban su vida cotidiana, de tal forma que tocaban al timbre y si comprobaban durante varios días que no había nadie a esa hora, accedían a la vivienda y los robos eran rápidos, de cuestión de horas. La otra consistía en marcar las puertas con señuelos de plástico, piezas transparentes de tamaño milimétrico que dejaban en los marcos para luego acceder a ellas.