Las bandas criminales de rumanos instaladas en España y en el resto de los países de la UE abarcan ya un amplio campo de actividades delictivas, de las que han sacado a grupos de otras nacionalidades. En la actualidad, estas mafias controlan la falsificación de tarjetas de crédito, la mendicidad, los robos en cabinas telefónicas y parquímetros y la inmigración ilegal desde su país. Ahora también se han impuesto en la extorsión a las prostitutas rumanas. Además de estos sectores, grupos de delincuentes de esta nacionalidad están involucrados en redes organizadas de ladrones, cuyos botines se comercializan posteriormente en su país a donde son transportados por carretera. La gran emigración de trabajadores rumanos hacia la Unión Europea, en la que se integrará el país en el 2007, ha arrastrado consigo la peor delincuencia y sus actividades están creando serios problemas a la policía de los países receptores. El Gobierno austriaco proyecta sufragar el costo de una cárcel en Rumanía para trasladar allí los presos de esa nacionalidad cumplen condena en sus centros penitenciarios. Según fuentes policiales, las bandas organizadas rumanas se distinguen por su actuación violenta, que supera al de otras mafias llegadas de los países del Este, como las kosovares, ucranianas y rusas, cada una de las cuales controla dos o tres actividades delictivas en España. Tampoco éstas son pacíficas, pero su número es más reducido y pasan más desapercibidas.