El barrio de El Dique, surgido a raíz de la construcción de la presa del embalse de Mequinenza, en el conocido como mar de Aragón, es parte integrante de Caspe desde mediados de los años 60 del pasado siglo. Pero su regularización urbanística arrastra un notable retraso, pues todavía carece de red de agua potable y de alcantarillado.

Esta situación ha obligado a los residentes, dos centenares de personas, a costear y mantener un precario sistema de abastecimiento y a servirse de fosas sépticas para remediar la inexistencia de una red de saneamiento de aguas residuales.

Su hartazgo ha llegado a tal punto que recientemente interpusieron una demanda contencioso-administrativa por silencio administrativo, ya admitida a trámite, contra el Ayuntamiento de Caspe

Los vecinos se sienten abandonados por el consistorio, cuyo alcalde, Jesús Senante, vive curiosamente en El Dique. Han intentado en varias ocasiones que los planes de infraestructuras incluyan fondos para la modernización de las conducciones hidráulicas, pero sin éxito hasta la fecha.

La gota que colmó el vaso se produjo en el pleno municipal del pasado mes de enero, cuando fueron desestimadas las alegaciones que El Dique presentó a los presupuestos de la localidad con el fin de que se habilitaran partidas para realizar un estudio sobre la forma de resolver la falta de servicios básicos en la zona.

VOLUNTAD POLÍTICA

Este documento técnico, denominado Plan Especial de Infraestructuras (PEI), no se licitó en el 2016 y quedó desierto en el 2017, lo que ha incrementado el nerviosismo de los afectados, que no quieren volver a verse postergados en las cuentas del 2018.

«No vemos voluntad política por ningún lado», denuncia Pilar Rodríguez, presidenta de la asociación de vecinos de El Dique, que presiona para que una modificación presupuestaria haga realidad su reivindicación. «Los vecinos nos sentimos desamparados», añade.

Sin embargo, el alcalde niega tajantemente que el consistorio sea contrario a extender a El Dique la red municipal de agua y saneamiento. «Claro que existe voluntad de dotarlo de los servicios necesarios, pero teniendo en cuenta nuestras limitaciones», asegura el regidor, que subraya que el poblado de Pescadores, como también se denomina, ocupa suelo urbano consolidado.

Senante sostiene que el problema de este barrio, que empezó a crecer durante los últimos años del franquismo, es «muy compleja y difícil». «Es un tema del que hay que hablar con los planos sobre la mesa y con conocimiento de los distintos planes generales de ordenación urbana», afirma.

El Dique empezó siendo una zona residencial, al borde del embalse de Mequinenza y a unos dos kilómetros del casco de Caspe, una localidad con unos 10.000 habitantes. «Tiene entre 70 u 80 casas y, en la actualidad, la mayoría las ocupan familias que residen allí permanentemente», dice el alcalde.

El coste de llevar la red de vertidos y de suministro hasta El Dique asciende a un millón de euros, según un estudio que se hizo en su día. Esta obra es competencia del consistorio, pero los vecinos, deseosos de regularizar el barrio, se muestran dispuestos a colaborar, una propuesta que el ayuntamiento desestimó.

OTROS GASTOS

Los residentes hacen valer ante la corporación local que ellos aportan sus impuestos a las arcas municipales. Además, le recuerdan que son los propietarios los que corren con otros gastos que genera el poblado, desde el alumbrado a la limpieza viaria, pasando por la conservación de las calles. «Únicamente queremos que se ejecuten las obras precisas», insiste Rodríguez.