Algo está pasando en la limpieza viaria en Zaragoza que, por mucho que se invierta más dinero (en los últimos años 3 millones adicionales), el grado de satisfacción en los ciudadanos no solo no mejora sino que empeora. Si al resultado de la encuesta de valoración de la OCU, que apreciaba un descenso de dos puntos respecto al último barómetro, se suma el reciente estudio del Observatorio de Servicios Urbanos (OSUR) en el que la capital pierde 16, es que algo se está haciendo mal. Y no solo se debe al modelo de gestión, aseguran los representantes de las entidades vecinales de la capital. Para ellos, el cambio más significativo se localiza en el esfuerzo «desigual» que se dedica a los barrios, «entre el centro de la ciudad y el resto» o entre las «vías secundarias respecto a las principales».

Ahí es donde realmente se observa el cambio a peor, o como mínimo el resultado insatisfactorio generalizado. «Zaragoza no es sucia pero creemos que existe una dejación por parte del ayuntamiento en el control de la calidad del servicio que se presta», consideró ayer el presidente de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ), Manuel Arnal. A su juicio, la diferenciación es más entre esas vías principales y secundarias, allí «donde entra la maquinaria o se hace de forma manual o donde el baldeo es habitual o ni aparece».

Junto a él, Manuel Ortiz, representante de la Unión Vecinal Cesaraugusta, opinó que el consistorio «está más centrado en el control del gasto de la contrata que en vigilar los niveles de calidad que la ciudad recibe». Una labor de fiscalización que ambos consideran necesaria, en las facturas que gira la empresa que lo presta, pero que «debería ir acompañada de un cuerpo de inspectores municipales que analicen el resultado en la vía pública».

MALOS HÁBITOS

A juicio de ambos, el resultado de las encuestas de satisfacción «es una combinación de esa falta de control y también de los comportamientos incívicos que se producen». Porque destacan que algunos de los mayores males que sufre la limpieza viaria son «evidentes muestras de comportamientos incívicos». Precisamente el pasado martes, en la sede de la FABZ analizaban la problemática de la proliferación de excrementos caninos en parques, parterres y calles de Zaragoza, y concluían instar a la próxima corporación a tener en cuenta que hay una normativa a aplicar y que por ella pasaría parte de las soluciones. «No se trata solo de actualizar ordenanzas, sino de hacer que sean efectivas», destacó Arnal. Ortiz añadió que «el hecho de que el dueño de un perro no recoja las heces no se puede achacar a la contrata o al ayuntamiento».

Se trata de reivindicar un civismo que, por ejemplo, también se echa en falta «en el entorno de los contenedores de basura». «Aquel que se le cae un papel y lo deja ahí, no contribuye a que la ciudad esté limpia. Son gestos pequeños que ayudarían mucho a mejorar la percepción», explicó Ortiz. Arnal coincidió en esta problemática. «La limpieza es una cuestión del día a día, no solo del botellón, que ahora se ha reducido a cuatro zonas, o el vandalismo». No desdeñan tampoco la influencia que tienen, y las palomas torcaces, para las que piden «una actuación especial».