Jesús Bazán es el alcalde de Épila, una de las localidades aragonesas más castigadas por el coronavirus, con un brote en la residencia de ancianos Hogar Nuestra Señora de Rodanas que dejó cerca de una veintena de fallecidos. Una población que afrontaba en este 2020 el inicio del macroproyecto de BonÀrea, que traerá a la localidad 100 millones de inversión y la creación de más de 4.000 empleos.

- Tras el brote de covid-19, ¿cuál es la situación ahora?

- La situación en Épila está normalizada, tranquila, y en la residencia también. El Gobierno de Aragón, a través del IASS, tomó las riendas de la residencia y la semana pasada ya salieron y tomaron el control las monjas que hasta ahora las gestionaban. Desde hace varias semanas ya no hay ningún caso positivo y esperemos que siga así por mucho tiempo. Hubo un momento en que la situación fue preocupante, pero con la intervención de todos, desde los trabajadores de la residencia, el ayuntamiento, el IASS y el Salud, se ha conseguido salir, no sin dificultades ni problemas. Hubo 18 fallecidos.

- ¿Qué falló para que se produjeran tantas muertes?

- La residencia cerró las visitas, pero una vez que el virus estaba dentro, como pasó en muchos otros centros, el contagio fue muy rápido. Con los medios que tenían estos centros, habilitar los espacios de aislamiento era difícil y costoso. Y el problema fue la rápida propagación del virus. Es muy fácil pensar qué hubiéramos hecho ahora, sabiendo lo que sabemos. Ha habido que trabajar mucho entre todos para controlar esa situación.

- Algunas familias llegaron a pedir una inspección al considerar que fallaron las medidas de protección. ¿Qué acciones han tomado para que esta situación no se vuelva a repetir?

- Más que las medidas sanitarias, que yo creo que sí se cumplieron, lo difícil era separar los espacios para aislar a los enfermos. Contamos incluso con la ayuda de la UME para la desinfección. Fue muy importante la apertura de los centros intermedios para pacientes que no requerían hospitalización. Nos ayudó mucho para poder organizar a los enfermos y frenar los contagios. A día de hoy, la residencia tiene muy claros los protocolos. Si ahora hubiese un caso, que ojalá no lo haya, todo el mundo sabe mucho mejor cómo actuar; pero en su momento no se tenía tan claro.

- ¿Cómo se encuentran los vecinos después de tantas pérdidas?

- Ahora los ánimos están más tranquilos. Cuando cada día aparecían nuevos casos y fallecidos la sensación de intranquilidad era grande además de que ese contagio se pudiese extender al resto de la población. Fuera de la residencia y sus trabajadores, hubo dos fallecidos y gente en aislamiento. Pero el estudio de seroprevalencia revela que Épila está igual que el resto de Aragón. Ahora no tenemos ningún caso ni en la residencia ni en la localidad.

- Antes de que llegara el virus, el 2020 iba a ser un año importante para Épila con la construcción de las instalaciones de BonÀrea. ¿Prevén retrasos?

- Un poco de retraso sí que hay por el parón productivo que se produjo en el pico de la pandemia. Pero la actividad en todas las obras ya se ha recuperado. Entre los dos lotes son alrededor de 20 millones de euros para las infraestructuras de agua, vertidos y balsas de laminación. También hay una parte de urbanización enfrente de BonÀrea para la plataforma logística de 240 hectáreas saliendo desde Épila a la autovía en la parte de la derecha; y en la parte de la izquierda, que llevará una zona de servicios y varias parcelas industriales.

-¿Y en la propia planta?

-Toda la fase de explanación ya se ha concluido y ahora trabajan en una galería subterránea que une todo el complejo y en los vertidos interiores. También están empezando a levantar alguna nave, concretamente una de 15.000 metros cuadrados destinada a talleres. La nave de logística comenzará en breve, con unos plazos de trabajo para finales del año que viene. De momento, nadie ha trastocado esos plazos, aunque podrían retrasarse por el parón del coronavirus.

- ¿Ha incrementado ya la demanda de vivienda en la localidad?

-De momento solicitud de vivienda para los futuros trabajadores no hay, pero estamos trabajando en zonas por desarrollar en la localidad para que se pueda construir en ellas. Entre todos los espacios cabrían más de mil viviendas. También prevemos otras actuaciones, como la rehabilitación de viviendas en el casco urbano, y ya tenemos alguna propuesta en este sentido, también para demoler casas antiguas y construir. Pero, de momento, no hay ningún boom. Hay demanda de alquileres, pero de compra todavía no, porque aún faltan dos años, si se cumplen plazos, para la apertura de las primeras fasesde la planta en el 2022.