Benabarre recordó ayer sus orígenes como pueblo de trashumancia con el paso por la localidad de más de dos millares de ovejas, una actividad enmarcada dentro de la feria de Sant Medardo, cita que se desarrolla desde el sábado y que ha cumplido en esta edición 30 años.

El pastor Alberto Suils guió a los más de 2.000 animales por el municipio para completar así una actividad que en esta entrega de la feria se pudo completar gracias al buen tiempo, después de unos años en los que por motivos metereológicos no había podido producirse.

Además, en la jornada de ayer los asistentes disfrutaron de una almorzada de cordero a la brasa y otras propuestas, como la pequeña muestra ganadera de razas autóctonas en el exterior del recinto ferial, donde también se instalaron hinchables para los más pequeños.

Se cumplen así treinta años desde que un grupo de personas ligadas al ámbito agrícola y ganadero, del asociacionismo y del sector servicios, junto al Ayuntamiento de Benabarre, apostara por recuperar esta feria que desapareció en los años 60 y cuyo origen se remonta a la época medieval.

De visita en la localidad, el presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Miguel Gracia, ensalzó el trabajo de quienes se dedican a transformar y añadir valor a los productos que se ofrecen en el entorno más próximo porque, según manifestó, «es la base, el primer sector para asentar población».

Para conseguir que el sector agroganadero sea generador de empleo en todo el territorio, Gracia pidió una adaptación de normativa y leyes a las características del medio rural: «Se necesitan más facilidades para transformar, distribuir y comercializar». También se refirió a los proyectos con Francia y las diferencias a la hora de trabajar. Dijo que «hay que revisar la distinta aplicación de las mismas directivas europeas y la excesiva burocratización que condiciona a emprendedores y pequeños empresarios».

Fue en 1990 cuando se inició esta feria ganadera bautizada con el nombre de Sant Medardo, en honor al patrón de la localidad. Un evento agroalimenario que busca reinventarse y que en su evolución se percibe tal intención si se comparan los productos que aparecieron hace treinta años, como los chocolates, los quesos, el cultivo de la trufa y el refuerzo de la industria cárnica, con los que ahora han ido surgiendo como el azafrán, la cerveza artesana o los jabones naturales.

En esta edición especial, el alcalde de Benabarre, Alfredo Sancho, hizo el sábado un reconocimiento especial a «aquellos que fueron valientes y vieron, al recuperar la feria, el sector primario como futuro, treinta años después podemos decir que acertaron».

SÍMBOLO

Habló del evento el primer edil como símbolo del sector agroganadero, pero también de la restauración, del comercio de proximidad y de la mujer como núcleo central en el medio rural. «Son todo cuestiones que nos han dado un valor añadido», concluyó Sancho, quien tiene ahora apuesta por la innovación y aprovechar la posición geoestratégica y el creciente turismo.

Gracia inauguró la cita y visitó los cerca de 70 expositores que muestran y venden productos agroalimentarios y artesanos en el recinto ferial, procedentes en sus más de tres cuartas partes de Benabarre y entorno y de la provincia de Huesca, mientras que el resto llegan de otros puntos de Aragón y comunidades vecinas.