Benito Ortiz Perea, el preso que consiguió fugarse de la cárcel de Zuera (Zaragoza) cuando regresaba de una urgencia médica, lleva desde que fue capturado, a principios de este mes, en huelga de hambre. Así lo comunicó el propio reo ante la dirección del centro penitenciario, si bien la Junta de Tratamiento no ha podido verificarlo, puesto que se niega a ser controlado.

Según fuentes de instituciones penitenciarias consultadas por este diario, este hombre de 61 años no permite que le realicen pruebas analíticas, de tensión o de peso. De hecho, sospechan que podría estar ingiriendo alimentos a escondidas. Aunque no acepta esa vigilancia, un médico le visita para estar al tanto de su estado de salud. Desde que ingresó en esta cárcel, Ortiz Perea permanece en el área de enfermería, vigilado por un preso de confianza. La idea inicial es que sea ingresado en primer grado, es decir, en aislamiento, puesto que está a la espera de que sea trasladado a otro centro penitenciario como castigo por la fuga de película que protagonizó en la madrugada del 29 de agosto.

La petición de traslado la realizó el director de la prisión y está siendo estudiada por Instituciones Penitenciarias.

ARGUMENTOS

Benito Ortiz Perea se declaró en huelga de hambre nada más volver a Zuera, en una instancia en la que criticó la actuación de la Audiencia Provincial de Huesca, que le condenó a 63 años por el atraco de la armería y un secuestro, así como de la Guardia Civil.

Actualmente en Zuera también están internados sus hermanos Pedro y Antonio y se da la circunstancia que un cuarto hermano, de nombre Emilio, se quitó la vida estando preso en dicho centro hace catorce años; y lo hizo tras mantener una huelga de hambre. Fuentes cercanas al caso han explicado esta mañana a este diario que Emilio Ortiz Perea, que entonces tenía 45 años, se cosió los labios para llevar a cabo su huelga de hambre y que tiempo después se ahorcó en las duchas del centro penitenciario colgándose con un cinturón, en el mes de noviembre del 2004.

Ortiz Perea se fugó el pasado 28 de agosto de la cárcel de Zuera, aprovechando su regreso al centro penitenciario, tras ser asistido en Urgencias del Miguel Servet de la capital aragonesa, tras ser operado cuatro días antes de una fístula anal. La huida, campo a través, se produjo de madrugada en la zona de acceso a la macrocárcel. Durante los 54 kilómetros que separan el hospital Miguel Servet y la prisión, el preso mantuvo una actitud que no hacía presagiar su huida.

Fue en el momento en que el vehículo sanitario se encontraba en la puerta de acceso al centro penitenciario y el coche de la Benemérita se retiraba de la escolta que había realizado durante todo el recorrido, cuando Benito Ortiz Perea abrió las puertas de la ambulancia y salió corriendo campo a través. Empleó el sistema seguridad de puertas para conseguirlo, ya que saltó una de ellas -de más de dos metros- cuando estaba bloqueada porque otra estaba en uso.

Ortiz Perea estuvo viviendo en la capital aragonesa, en la zona de las Terrazas de Cuéllar, tal y como pudieron comprobar los agentes del Cuerpo Nacional de Policía. Tres días antes de ser arrestado en la estación Zaragoza-Delicias, este hombre fue reconocido por un cliente de un bar cuando estaba de vermú. Esta persona dio aviso al 091 que estableció un importante dispositivo de búsqueda, aunque en ese momento resultó ser infructuoso.

La presión policial ejercida, tanto con agentes de paisano como uniformados, pudo ser la causa que decidiera abandonar la capital aragonesa e irse a Valencia. Una ciudad que conoce bien, ya que allí ha cometido varios atracos violentos -en uno murió un policía nacional- y fue donde fue arrestado tras cometer el asalto a la armería de Huesca.