Borja Gascón y Quico Gimeno, dos amigos unidos siempre por el ciclismo, sienten que nunca se debería olvidar y por ese motivo, en julio de hace un año, comenzaron a remar en la misma dirección, trabajar en equipo, compartir objetivos y pedalear a favor de las personas que padecen alzheimer y no pueden escapar del olvido con su proyecto, Bicicletas Palmira.

En una tienda pequeña, artesanal y de barrio situada en el número diez de la calle Mariano Barbasán de Zaragoza intentan desde hace un año compaginar este espíritu solidario con un proyecto social, ecológico y personalizado de bicicletas a la carta que intenta también superar el bucle de "usar y tirar".

La idea surgió de la necesidad de dar una segunda vida a bicicletas que estaban abandonadas lejos de las cadenas de producción en serie, cuentan a Efe.

Muchos clientes del taller de Ciclofactoría, que nació cuatro años antes cuando buscaban un cambio de rutina, acudían con bicicletas oxidadas y llenas de polvo que empezaban a olvidarse. Ahora estos "viejos esqueletos" son la base de una idea llena de compromiso social, reciclaje, economía circular y nuevas oportunidades.

“Siento libertad cuando monto en bicicleta”, apunta Borja Gascón al admitir que es feliz y que utilizar este vehículo de pedales es su forma de hacer yoga y dejar la mente en blanco. Según explica el cocreador de Ciclofactoría y Bicicletas Palmira, ambos proyectos están autogestionados por ellos mismos y son el resultado de ideas que han surgido gracias a montar en bicicleta.

“Queríamos tener nuestra propia marca de bicicletas pero no una marca cualquiera que no tuviera ningún espíritu. Darle una segunda vida a bicis abandonadas es un proceso que nos enamora y creemos que está destinado a compradores que buscan darle un sentido a sus compras más allá de simplemente tener una bicicleta”, explica Gascón, que revela que el nombre de Palmira lo comparten con su abuela ya fallecida, una persona con "mucha vitalidad que da su sello e impronta al proyecto".

Ambos rescatan del olvido y “palmirizan” bicicletas de acero, de paseo o carretera, de los años 60, 70 y 80 por contar con montajes estandarizados que admiten la “palmirización” de una bicicleta que se quiere renovar. “Es todo bastante complejo porque es un proceso artesano que conlleva bastante tiempo, paciencia y detalle”, afirma.

La gente dona estas bicicletas de manera altruista pero solo utilizan, si no tienen ninguna tara, el cuadro y la horquilla, ya que el resto de materiales son nuevos, modernos y únicos.

Chapa, pintura y manos a la obra. “Conseguir cuadrar todas las piezas del puzzle para que puedas montar una 'palmira' personalizada de alta calidad y a un precio razonable es complicado”, detalla. Las bicicletas que no cumplen todos los requisitos también cuentan con la posibilidad de tener una nueva vida ya que las reparan, venden y alquilan por 15 euros al mes para estudiantes de Erasmus que llegan a la ciudad.

Las 25 almas viejas renovadas junto con las dos que están en proceso de envío unen lazos entre vendedor y cliente y, además, están repartidas por Zaragoza, Santander, Madrid o Hendaya (Francia).

En cambio, todas ellas tienen como destino común la Asociación de familiares y enfermos de Alzheimer de Zaragoza (Afedaz) situada en el barrio de La Almozara. “El 25 % de los beneficios de cada 'palmira' están destinados a Afedaz porque veíamos necesario dar algo a cambio y además, en el momento en el que estábamos creándolo (Bicicletas Palmira), la tía de mi compañero Quico falleció después de cinco años de lucha contra el alzheimer”, explica Borja al ver esta alternativa como una manera “perfecta” de cerrar el círculo.

El alzheimer afecta directamente a más del 50 % de la población y en 2050 afectará a 1,5 millones de personas en España con 40.000 casos nuevos cada año, a pesar de que desde Afedaz creen que se mira hacia otro lado en los inicios del tratamiento por la no aceptación de la enfermedad.

Gracias a las 27 'palmiras' compradas, han donado en un año más de 1.000 euros a esta asociación -se puede comprobar en www.bicicletaspalmira.com- que, además de difundir la sensibilización del alzheimer, incrementa la calidad de vida de los pacientes y sus familiares con mejores instalaciones, un mayor número de actividades y la atención de pedagogos.

“Quizás mil euros es poco para una gran corporación, pero para una marca local y una tienda de barrio es una cantidad significante. Queremos seguir creciendo de esta manera sin cerrar ninguna puerta a que vayas por las ciudades españolas y puedas ver 'palmiras' en la calle”, añade Gascón sin olvidar cómo empezó todo para “dar bien el siguiente paso”.

La incorporación de alternativas de movilidad ecológica en Zaragoza podría ser una amenaza para las bicicletas privadas y tiendas, pero Borja no lo ve como un ataque porque “si cada vez hay más bicicletas públicas, querrá decir que cada vez hay menos gente que usa el coche” y, como consecuencia, se reducirá la contaminación, el ruido o el tráfico, batallas que también lidian desde el local artesanal.

Bicicletas Palmira tiene todavía un largo camino por delante con bicicletas que esperan volver a rodar, mientras que Borja y Quico cuentan con más kilómetros para pedalear, emprender, contar y ayudar en un taller que recuerda que es pronto para olvidar.