POR ENRIQUE LAFUENTE

Este pasado jueves, la galería DeModo Gráfico de la capital del Ebro, de Rosa Gracia y Pedro Flores, abrió su pasillo del arte a las Cabezas de Carmelo Rebullida. Inauguración para el esperadísimo trabajo de estos últimos años que el artista zaragozano ha compartido con muchos de sus fieles seguidores y amigos en este espacio de la calle Manifestación, en Zaragoza .

Tras anteriores exposiciones en soporte lienzo, este artista abstracto matérico, como algunos críticos le bautizaron, vuelve a la frescura y libertad que el papel le proporciona, y protagoniza la textura que nace una vez más de la caricia de sus manos. El papel de Rebullida, ya saben , es un papel mimado y artesano que guía como masa madre los trazos de unas cabezas potentes y dulces a la vez, esas cabezas que canta su amigo Fernando Martín Pescador en el prólogo iniciático de su exposición , arengándonos a participar de un mundo necesitado de ellas, de su fuerza, de su poder, extractos de testa con seso y enjundia .

A las siete era la cita, y , puntuales a su llamada, comenzaron a llegar amigos y artistas de la imagen como Pedro Avellaned y Rogelio Allepuz (que fue jefe de Fotografía en este diario, dicho sea de paso), plásticos como Angel Laín, Julia Reig o Rafael Aranda, críticos como Manuel Medrano, y numerosísimo público que abarrotó la galería, y disfrutó de la personalísima propuesta del autor.

Rebullida les invitó a pasear entre sus cabezas, entre sus composiciones librepensadoras de inquieto poeta del trazo, de sagaz tañedor de almas, de artista, como le definió en su día Pepe Cerdá... Exacto e independiente , comprometido con su obra y vida desde ya esos inquietos años ochenta del Zotall , donde experimentó con Cortés, Sotomayor y Abanto, donde decidió que sus ojos no eran los de un ingeniero, sino los de un buscador de horizontes vitales.

Hasta el cinco de enero , y con permiso de Herodes y los Reyes Magos, nos mostrará su colección de cabezas en este sótano que antaño fue seguramente romano. En este pasillo mágico que comienza a ser imprescindible en el circuito artístico maño.