Con 263 casos confirmados de coronavirus, Binéfar se ha convertido en un preocupante foco de contagio de la enfermedad. El epicentro del brote se encuentra por el momento en el matadero que Litera Meat abrió el año pasado en la localidad, aunque también se han registrado casos en el de Fribin. La situación preocupa a los cerca de 10.000 habitantes de Binéfar y a los de todo el entorno, que temen que la enfermedad se pueda seguir propagando. Lo sabe bien su alcalde, Alfonso Adán, que pide extender la realización de test a toda la población si se confirma que el brote se ha extendido con fuerza por ambas industrias cárnicas. Este lunes, el director general de Salud Pública del Gobierno de Aragón, Francisco Javier Falo, indicó en rueda de prensa que por el momento no se están planteando este escenario, aunque no descartó que las pruebas se pudieran generalizar más adelante.

En este sentido, aseguró que el brote está todavía en estudio, por lo que pidió «tiempo» para poder determinar cuántas personas están afectadas, si todas ellas se vinculan a estos establecimientos o no, y qué contactos han tenido.Quizá esta sea la clave: delimitar cuanto antes las personas con las que se han relacionado los contagiados. «Por eso es clave que se hagan los test a todos los trabajadores», sostiene Adán.

Este lunes por la tarde el Salud y Fribin ultimaron los detalles del dispositivo que se realizará este martes en el citado matadero para conocer el alcance del brote en esta planta. El reto es evidente: que no se vuelvan a repetir las imágenes que se vieron el sábado por la mañana en Litera Meat.

Falo reconoció este lunes sobre este asunto que los hacinamientos en la entrada del matadero «no se pueden defender». La disculpa se produjo en las Cortes de Aragón, después de que los grupos de la oposición criticaran las imágenes. Falo consideró que esa aglomeración, que se produjo tras la llegadas de los trabajadores, «no estuvo bien», aunque precisó que fue una falta de coordinación de «unos minutos» frente al trabajo durante «horas» del resto de la jornada de los empleados de Salud Pública para la realización de las pruebas. «Lo cierto es que ha sido el dispositivo más grande que se ha hecho en la provincia, el problema es que se falló durante unas horas», apuntó Adán, que añadió que en Litera Meat se van a realizar pruebas PCR para determinar si entre los positivos hay personas que ya han pasado la enfermedad.

Los sindicatos también exigieron que esas aglomeraciones no se vuelvan a producir y denunciaron «los constantes fallos» de seguridad que se han registrado en la planta de Litera Meat desde el inicio de la crisis sanitaria. CCOO ya lo denunció el 24 de marzo, mientras que CNT Huesca presentó ayer una denuncia en el juzgado de guardia de Monzón. «Si no se garantiza la seguridad de la plantilla habría que paralizar la actividad», indicaron fuentes de CNT.

El testimonio de los trabajadores

El matadero que el grupo italiano Pini abrió el año pasado en Binéfar se ha convertido en el principal foco del brote de coronavirus registrado en la capital de La Litera. Los sindicatos aseguran que esto no es casual, sino consecuencia de una «pésima» política de prevención y seguridad laboral durante las primeras semanas de la crisis sanitaria. Tanto es así que el sindicato CNT en Huesca incluso ha trasladado a la Fiscalía toda la información que ha ido recabando en los últimos días para que esta determine si se ha podido producir un delito contra la salud pública.

Según los sindicatos, los principales fallos de seguridad se han producido en las zonas comunes del matadero, como el comedor o los vestuarios. Lo sabe bien Manuel, un trabajador que llevaba desde agosto en la planta cárnica y que la pasada semana fue despedido. «Me dieron el finiquito el mismo día que regresé de la baja. Me contagié de coronavirus y cuando volví me quejé de las amenazas que estaban recibiendo algunos compañeros por parte de los jefes, que les decían que no volvieran a faltar si no querían perder el empleo. Eso fue mi sentencia», reconoce.

Como buena parte de los más de 1.300 trabajadores de la planta, Manuel también es inmigrante. Algo de lo que, en su opinión, se aprovecha la empresa para «amedrentar» a los empleados. «Ha habido gente que por miedo a perder su trabajo ha seguido yendo al matadero a pesar de tener síntomas, lo que ha propagado más el virus», asegura Manuel.

Tanto él como otros trabajadores lamentan que las aglomeraciones que se produjeron el sábado en la realización de los test también se registraron durante las primeras semanas en el comedor y en las taquillas. «Luego pusieron líneas en el suelo, pero tampoco se controlaba si se cumplían las distancias», señala. Según este trabajador, la seguridad y el distanciamiento también brilló por su ausencia en los autobuses porque no había nadie para vigilar.

Además, los trabajadores denuncian que la empresa solo les daba una mascarilla al día. Todo ello ha hecho que el virus se propague entre la plantilla. Manuel lo ha sufrido en sus propias carnes. «Mi mujer y mi sobrino, que también trabajan en el matadero, se han contagiado, así como tres de mis cuatro hijos», lamenta.

Los fallos de seguridad han afectado solo a los empleados porque la carne no se contamina con el virus.