La coordinadora que agrupa a los opositores al embalse de Biscarrués denunció ayer en Zaragoza, en una rueda de prensa, que la construcción del embalse de Biscarrués, recientemente sometido a información pública, pone en peligro la pervivencia de la economía de la zona, que se basa en el descenso en balsa del Gállego y genera 200 empleos directos y 500 indirectos. La actividad produce al año en torno a cinco millones de euros.

José María Sopeña, empresario de aguas bravas en Murillo de Gállego, avisó de que la construcción de la presa empantanará el tramo del río más próximo al embalse y se producirá un «cese total de la actividad» por la «desaparición de una alternativa de ocio diferenciadora» que posiciona a Aragón como destino internacional para los amantes del ráfting.

El embalse supondrá que no se podrá practicar el descenso en balsa en los últimos kilómetros, los más sencillos y que están dirigidos a un público familiar e infantil. Solo quedarán libres del agua del pantano los kilómetros más próximos a la presa, que presentan una cierta complejidad técnica y atraen a una clientela más minoritaria.

Los daños económicos se unirán a los medioambientales y a los de seguridad, según afirmó Jesús Estachod, presidente de la coordinadora, que explicó que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) optó por una presa de relleno cimentado ante el riesgo de deslizamiento de las laderas.

INESTABILIDAD

«La caída de sedimentos al fondo hará que se colmate en pocos años y que no se suelte siquiera el caudal ecológico», aseguró Estachod, que subrayó que la falta de reservas hará que la presa no se use nunca.

Marcos Garcés, geólogo de la Universidad de Zaragoza, señaló que la composición del terreno, a base de areniscas y arcillas, hace que el emplazamiento donde se pretende levantar la presa sea «altamente inestable», lo que puede acabar afectando al mismo pueblo de Erés, situado muy cerca de donde se levantará la presa. Además, denunció que la presencia de restos de insecticida de lindano en el Gállego no se nombra en los informes referentes al proyecto.

Los miembros de la coordinadora, que han convocado una manifestación en Zaragoza el próximo 25 de junio, indicaron que la vida cotidiana de la Galliguera se ha visto condicionada por el proyecto de presa. Por un lado, dijeron, se conceden permisos para granjas y otras actividades, y, por otro, se avanza en un plan que contempla la expropiación de tierras.

Manifestaron que el pueblo de Erés se verá muy perjudicado, pues la cota del pantano, a 457 metros, hará que se inunden los sótanos de muchas casas. Y ello pese a que está prevista la construcción de escolleras.