Un eternamente mágico y joven John Mayall puso en pie el Auditorio de Zaragoza con una soberana lección de blues. Yo lo vi por primera vez --cuando era poco más que un niño y él debía andar por los cuarenta-- en el viejo Pabellón Salduba. Allá por los setenta, poco después de que vinieran Viva la gente y The Globe Trotters. Y ahí sigue Mayall, el maestro, el genio, tocando la guitarra, los teclados, la armónica y cantando durante dos horas sin que le tiemble la voz, para terminar el show mas fresco que el batería Jay Davenport y el bajista Rbez, sus compañeros de banda, que podrían ser sus nietos.

El trío del veterano, pero nada viejo bluesman tiene muy poco que ver, en su armonía y profundidad, con el espectáculo que viene ofreciendo --mejor: dando-- en el Ayuntamiento de Zaragoza el trío de partidos políticos que sostiene al alcalde Pedro Santisteve.

Zaragoza en Común, PSOE y Chunta Aragonesista vienen tocando cada uno por su cuenta durante una estática gira que dura los veintiún meses transcurridos desde las últimas elecciones municipales. A diferencia del terceto de John Mayall, ni suenan bien ni reciben buenas críticas

Al principio tenían público a diario, en todas las funciones, pero poco a poco sus disputas sobre el escenario, las broncas por el reparto de músicos y canciones, el hecho insólito de que cada instrumento pretenda tocar en exclusiva la melodía principal los están reduciendo a airadas audiciones a puerta cerrada. Lo malo es que casi nada hace pensar que las cosas vayan a cambiar, a mejorar, de aquí a la próxima cita electoral, en mayo de 2019.

En declaraciones a este medio, el solista de CHA, Carmelo Asensio, ha admitido esas malas relaciones y calificado al alcalde de mal regidor.

¿Por qué le apoyan, entonces? La básica explicación de Chunta se basa en que Santisteve es un alcalde de izquierdas. Aunque, a juicio del portavoz nacionalista, el cabeza de lista de ZeC no sea un buen alcalde, siempre es preferible a un alcalde de la derecha.

Si esto se dice en abierto, imagínense lo que se oirá en comisiones y cómo estarán a estas alturas las relaciones personales. Todo ello en un ámbito democrático con obligaciones ciudadanas y una fuerte responsabilidad con los servicios.

El público va a pedir que le devuelvan la entrada.