Lo que ha unido el vino, que no lo separe el hombre». Es la adaptación de la clásica frase con la que bromeaban muchos en la boda. Realmente, la ocasión lo valía. El enlace de dos conocidos profesionales de la gastronomía. Él, Guillermo Cruz, zaragozano considerado uno de los veinte mejores sumilleres del mundo, parte del equipo del Mugaritz. Ella, otra colega de profesión (y de equipo), Silvia García Guijarro. Ocurrió hace unos días. Primero, con ceremonia en la iglesia de San Antonio. Después, con celebración en Viñedos Rhey (de Guian Catering). Todo giraba en torno al mundo del vino, presente, en una selección que los propios novios prepararon a la altura de paladares muy selectos.

Realmente los había entre los invitados. Desde periodistas y clanes con pedigrí en el mundo de la cocina a responsables de muchas denominaciones de origen, pasando por periodistas y críticos gastronómicos de la tierra (como Natalia Huerta, Urtasun o Gabi Orte, que ayudaron a construir esta lupa). Ahí estuvieron, Andoni Aduritz y otros compañeros del Mugaritz, Pitu Roca, del Celler de Can Roca, Luis Puyuelo, presidente de la Asociación de Sumilleres, Fernando Mora, o los aragoneses Raúl Igual y Manu Jiménez, sumillares aragonesas y tambien campeones de España. Hasta los marcadores de las mesas eran racimos de uva. Y las dedicatorias. El «viva el vino maridó con un brindis por amor. Chínchín.