A Fernando Val se le quedaron los ojos como platos el día en el que se enteró de que su casa desaparecía del mapa urbano de Zaragoza. Lleva tres años viviendo en la confluencia de las calles Cruz del Sur y Aries (Valdefierro), en un piso de 60 metros cuadrados reformado a su gusto, con suelo de parquet, doble ventana y todo tipo de detalles personales. "Un mini pisazo", dice.

Una mañana abrió el buzón y se encontró una carta certificada del Ayuntamiento de Zaragoza en la que se le informaba de que su "pisazo" estaba situado dentro de una zona pendiente de desarrollar a través de un plan especial. El momento del desarrollo había llegado y la casa iba a ser derribada (previo pago de expropiación) para poder ampliar la calle Aries, actuación de interés público para el barrio de Valdefierro.

"Ahora han presentado el proyecto de reparcelación y mis vecinos y yo ya nos hemos hecho a la idea de que la casa desaparece. El único problema es el valor de la tasación: 30.000 euros. ¿Dónde pretenden que nos metamos con 30.000 euros si ni siquiera he terminado de pagar la hipoteca del piso?", explica.

Urbanismo estudia el caso con detenimiento. "Somos conscientes de que la situación de estas personas es preocupante y lo vamos a analizar con mucho mimo y cariño", aseguran desde este organismo municipal. Los afectados se aferran a estas palabras como a un clavo ardiendo . "Confiamos en ellos, no los creemos capaces de dejarnos en la calle por culpa de un papel por mucho que se trate de un plan especial, un proyecto de reparcelación u otro de urbanización. ¡Si incluso estamos de acuerdo con el diseño de Urbanismo para la zona! ¿Cómo vamos a oponernos si construirán zonas verdes en el barrio y una rotonda en la calle Tulipán para evitar accidentes?", comenta Fernando. Sólo el miedo a verse sin techo le hace tomar precauciones y reclamar compensaciones. "Van a construir 191 viviendas protegidas. Podrían permutarlas por nuestras parcelas", propuso.

A su lado, Gracia Hidalgo le escucha y asiente cada vez que Fernando dice que no se van a quedar de brazos cruzados. Vive desde el año 66 en la casa colindante y la ampliación de la calle Aries le obliga a ceder un metro. "Después de tanto tiempo y de habernos construido nosotros mismos el piso, sólo sé que no quiero irme. Tengo a mi marido malo y aquí se da sus paseos, ¿cómo vamos a ir a la ciudad?, ¿con qué dinero?".